La COP29 en Baku termina con decepciones sobre migajas para enfrentar los impactos del colapso climático

Las expectativas fueron mínimos para la edición 29 de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC). Azerbaiyán, el anfitrión, es un régimen autoritario dependiente altamente de la extracción de petróleo. Al final, con dos días de extensión en las conversaciones realizadas entre el 11 y el 24 de noviembre, se logró cerrar apenas con un texto final con objetivos de financiamiento para la mitigación de impactos del cambio climático en los países del sur global, calificados por la sociedad civil como altamente insuficientes.

La COP29 tuvo un enfoque en el financiamiento, con una tensión clara entre los países del norte global, que históricamente y en la actualidad siguen siendo los principales responsables del calentamiento global causado por la quema de combustibles fósiles, y los países del sur global, particularmente vulnerables por sus impactos. El grupo G-77, que reúne los países del sur, argumentó la necesidad de por lo menos 1.3 billones de dólares anuales para la adaptación y mitigación. En el texto final, este monto queda postergado para 2035, mientras el objetivo hasta entonces es de 300 mil millones anuales.

El objetivo queda, además, sin compromisos vinculantes, y el monto puede incluir “una amplia variedad de fuentes, públicas y privadas, bilaterales y multilaterales, incluidas las fuentes alternativas” (Climática.coop). Es decir, puede incluir créditos que ponen en riesgo por endeudamiento a los países que requieren enfrentar este fenómeno. 

Las fuertes tensiones entre los más de 65 mil delegados también fueron marcadas por el hecho de que, por un lado, la urgencia de acción inmediata fue demostrada por los numerosos fenómenos climáticos catastróficos, como las inundaciones en Valencia con mas de 200 muertos pocos días antes del inicio de la COP, y el hecho que 2024 fue el primer año en sobrepasar los 1.5 grados de calentamiento global; y por otro lado, el avance del negacionismo del cambio climático, con la elección de Trump y la anunciada salida de EEUU del Acuerdo de Paris, así como el obstruccionismo de los petroestados como Arabia Saudita y los miles de lobistas de la industria petrolera presentes en Bakú.

Una indicación clara de lo ultimo fue la omisión de cualquier mención explícita en los textos aprobados sobre la necesidad de acabar con la quema de combustibles fósiles, principal causante del calentamiento global, lo que por primera vez había sido incluido en la cumbre anterior de Dubai.

Desde Latinoamérica, se vio poca presencia coordinada en las negociaciones, aparte del rol importante de Brasil, designado como anfitrión de la COP30, que tendrá lugar en la ciudad amazónica Belém el siguiente año. Para Perú, destaca el hecho de que no se cumplió con presentar el informe sobre las llamadas “contribuciones determinadas a nivel nacional” (NDC), es decir, sobre las medidas y avances en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En entrevista con Ojo Público, la directora general de Cambio Climático y Desertificación del Ministerio del Ambiente, Berioska Quispe Estrada, comentó que el borrador del documento se encuentra en consultas y se espera poder presentarlo en febrero de 2025.

Un resultado de esta COP29 fue la conclusión de las negociaciones sobre el Artículo 6 del Acuerdo de París, después de casi una década. El Artículo 6 regula el mercado de bonos de carbono entre países. En este sector, el Perú ya ha tomado iniciativa, con acuerdos firmados con Suiza y Singapur, que buscan adquirir tales bonos para el cumplimiento de sus compromisos de reducción de emisiones. Se espera que el marco acordado permita transparencia y condiciones mas estrictas, sin embargo, no faltan críticas a lo que se ve como un avance de la comercialización de la naturaleza y de las falsas soluciones.

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