Perú te quiero, por eso te defiendo: rumbo al III Encuentro Nacional de Defensores

En el Perú, defender el agua, los bosques y el territorio puede costar la libertad o incluso la vida. Frente a esta realidad, más de 100 líderes y lideresas se preparan para reunirse en Lima del 7 al 9 de julio en el III Encuentro Nacional de Defensoras y Defensores de Derechos Humanos y Ambientales, un espacio para articular estrategias frente a la criminalización y exigir una protección efectiva desde el Estado.

En la más reciente edición de La Hora Verde, tres voces desde distintas regiones del país compartieron sus testimonios, expectativas y desafíos. Participaron Alina Morote, de la Federación Provincial de Mujeres Indígenas de Huamanga (Ayacucho); Marcelino Vilela, del Consejo Étnico de Pueblos Kichwa (San Martín); y Javier Ruiz, defensor ambiental de la Reserva de Chaparrí (Lambayeque). Sus intervenciones pusieron en evidencia una verdad común: el abandono del Estado y el avance de intereses que amenazan los territorios.

Desde Ayacucho, Alina Morote denunció la contaminación del agua, aire y suelos por la actividad minera, que pone en riesgo a más de 35 mil personas en Huamanga. Denunció también que quienes informan y organizan a las comunidades son perseguidos y estigmatizados como “terroristas”. “Nosotros defendemos nuestros derechos, protegidos por normas nacionales e internacionales. Pero eso no quieren reconocerlo quienes hoy están en el poder”, señaló.

Desde la Amazonía, Marcelino Vilela describió un escenario alarmante de deforestación masiva, contaminación del agua y desaparición de la fauna silvestre. Responsabilizó directamente al Estado por permitir la expansión de grandes intereses empresariales en territorios indígenas, sin consulta ni respeto por la autodeterminación. “Cuando salimos a defender el territorio, nos denuncian, nos amenazan y hasta nos matan. Pero el Estado protege a los grandes y no a nosotros”, advirtió.

En la costa norte, Javier Ruiz alertó sobre los intentos por desaparecer la Reserva de Chaparrí mediante un cambio de uso del suelo y la imposición de un megaproyecto hidráulico. Denunció que el Estado, en lugar de proteger la iniciativa comunal de conservación, ha criminalizado a sus líderes, incluido el presidente comunal Edivar Carrasco, quien enfrenta más de 60 denuncias y múltiples amenazas de muerte. “Un defensor no nace de una ONG ni de una ideología. Se hace defensor cuando decide proteger su territorio frente a un poder que quiere arrebatárselo”, sostuvo Ruiz.

Los tres coincidieron en que el encuentro nacional será clave para visibilizar estas realidades, articular estrategias colectivas y exigir medidas concretas. Plantearon reforzar la organización, denunciar las tramas de despojo —incluida la criminalización desde el propio Estado— y construir mecanismos de autoprotección. “Ya no basta con resistir: necesitamos ser reconocidos, respetados y protegidos”, concluyó Alina Morote.

La Hora Verde dejó en claro que en el Perú, defender la vida es un acto de amor al país. Y que frente al abandono, la criminalización y la violencia, las y los defensores no callan. Se organizan, proponen y siguen diciendo: “Perú, te quiero, por eso te defiendo”.

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