Tomando la temperatura al mar
Por: José De Echave C.
En medio de la crisis climática, las temperaturas del mar no son la excepción y los récords también se baten año tras año. Los estamos comprobando por estos días frente a nuestras costas.
La realidad a nivel global muestra que los océanos están al límite. Las mediciones satelitales que se realizan desde hace 45 años muestran que en el mes de abril de 2023 se han batido todos los récords y, como señalan algunos meteorólogos, los océanos también han entrado a un territorio desconocido: “La media oceánica escaló hasta los 21°C, superando el anterior récord, marcado hace solo siete años”[1].
Como lo señala el Convenio Sobre Diversidad Biológica, “Hoy en día las actividades humanas suponen una gran amenaza para los mares y también para las costas debido a la sobreexplotación de la pesca, las prácticas pesqueras destructivas, la contaminación y la eliminación de residuos, la escorrentía de tierras agrícolas, las especies exóticas invasoras y la destrucción de hábitats”. Además, “el cambio climático global conlleva presiones adicionales al elevar el nivel del mar, aumentar la temperatura del agua y provocar más desastres naturales”. Pese a todas estas amenazas, las negociaciones internacionales sobre el clima, por mucho tiempo, no le han dado la importancia debida a los océanos.
Los océanos también se están volviendo más ácidos por el hecho de que cada vez absorben más CO2 de la atmósfera y los niveles de oxígeno disminuyen. Como subraya el Banco Mundial: “Los océanos son el disipador de calor más grande del planeta. Absorben el 90% del exceso de calor causado por el cambio climático. Además, son un sumidero de carbono muy eficiente, pues absorben el 23% de las emisiones de más CO2 generadas por el hombre”[2].
A todo esto, es importante subrayar que la masa de agua que cubre más de dos tercios del planeta también soporta una intensa actividad económica: según el Banco Mundial, los océanos aportan US$ 1.5 billones anuales a la economía mundial y se proyecta que llegue a US$ 3 billones en el 2030. Además, no se debe perder de vista que alrededor del 90% de los productos internacionales utiliza transporte marítimo y se anuncia que esta cifra se triplique para el 2050[3]. En el caso del Perú, la institución Oceana estima “que la pesquería aporta US$3200 millones y da empleo a alrededor de 225 mil personas”[4].
Por ello es clave proteger los océanos. A diferencia de la superficie de tierra firme, los océanos y su diversidad biológica se encuentran mínimamente protegidos. El mencionado Convenio sobre Diversidad Biológica, que el Perú ha ratificado, establece que los países deben proteger al menos el 10% de sus zonas marinas costeras hasta antes del 2020 y que la meta es llegar al 30% antes del 2030. Mientras que países de América Latina como México, Brasil, Colombia y Chile ya han superado largamente la meta del 10%, lamentablemente el Perú tiene en la actualidad apenas algo más del 0.5% de su dominio marítimo cubierto por áreas naturales protegidas.
Es fundamental seguir dando pasos para la puesta en marcha de una gestión integrada de zonas marinas costeras. Además, no hay que olvidar que todo esto forma parte de los compromisos que el Perú ha asumido al firmar convenios internacionales que deben expresarse en estrategias y planes nacionales para alcanzar las metas propuestas.
[1] Declaraciones del meteorólogo J. Gonzáles Alemán. El Diario de España, 10 de abril de 2023.
[2] htpps://www.bancomundial.org/es/news/feature/2022/02/08/what-you-need-to-know.about-oceans-and-climate-change
[3] Declaraciones de Charlotte De Fontaubert, experta en Economía Azul del Banco Mundial.
[4] htpp://peru.oceana.org
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