“No somos un país pobre, somos un país injusto”

Por: Ana Leyva

Foto: New York Times

Hasta antes de la pandemia, nuestras autoridades y otros políticos hablaban del “milagro peruano”, un país que crecía sostenidamente. Esa afirmación iba acompañada de la apertura de grandes centros comerciales a lo largo del territorio nacional, muy parecidos a los existentes en otras partes del mundo. La posibilidad de comprar productos que se ofrecen en el mercado internacional nos daba una sensación de progreso.

Sin embargo, la pandemia del COVID-19 desnudó un país con sistema de salud desastroso, sin lo mínimo indispensable, que llevó a que tuviéramos miles de muertos. Esa realidad nos hizo sentir miserables. Pese a ello, el Perú siguió siendo un país con ingresos de renta media y al parecer, actualmente hemos recuperado las sendas del crecimiento.

Paradójicamente, en la calle la sensación es otra. Se sienten mayores niveles de desempleo y de pobreza, así como de desnutrición y anemia. Pero, además, se siente precariedad en el funcionamiento del Estado, deterioro de las condiciones de existencia, inseguridad e incertidumbre sobre el futuro.

Hace unos días conversábamos con unos amigos sobre ello, debatíamos respecto a si el país era pobre o no, y uno de ellos afirmó categóricamente: “el Perú no es pobre, es injusto”. Su afirmación me pareció una gran y dolorosa verdad.

Después de la pandemia tenemos gente más rica y simultáneamente tenemos personas que, literalmente, pasan hambre. Es decir, nuestros niveles desigualdad han aumentado. Cuando voy a la Amazonía veo el incremento de la depredación del bosque y otros bienes comunes y sus graves consecuencias y me pregunto qué país estamos construyendo, uno en donde unos cuantos pueden acumular todo lo que quieran y abusar de su poder. ¿Qué sociedad es esa?

La práctica del valor de la justicia es esencial para la existencia de una sociedad. Nos permite salir de la barbarie.  Significa reconocer la dignidad del otro y su derecho a vivir, y ese otro no es solo el ser humano. Comprende a los seres que conforman la cadena de la vida. Significa también compartir los bienes comunes que no pertenecen a nadie, que existen para el goce de todos. Así como poner límite a la avaricia. Sin justicia, y sin una sociedad y un Estado que busque alcanzarla, el sentimiento de comunidad se pierde y nos convertimos en individuos que luchan por su sobrevivencia, en un contexto de violencia. La poca relevancia que tiene hoy en día en el Perú el valor de la justicia, constituye una de nuestras mayores tragedias.

13 de junio de 2023

Compartir: