Las Repúblicas Anti-indígenas
por Paul E. Maquet
Cientos de cuerpos de niños, enterrados clandestinamente en los internados obligatorios para indígenas, vienen siendo descubiertos en Canadá. El horror oculto del supremacismo occidental impuesto no sólo en este país, sino en toda América, por los Estados independientes luego del proceso de descolonización política.
Imagen: RCInet
Los argumentos utilizados por los gobernantes de Canadá hace poco más de 100 años para justificar la política de arrancar a los niños indígenas de sus familias podrían haber sido suscritos por muchos políticos de toda América entre los siglos XIX y XX. Un ministro canadiense decía por entonces: «Para poder educar a estos niños propiamente tenemos que separarlos de sus familias», y el primer ministro McDonalds explicaba que «cuando las escuelas están dentro de las reservas, los niños indios viven con sus padres, que son salvajes. Viven rodeados de salvajes y a pesar de que puede aprender a leer y escribir, sus costumbres, su educación y su modo de pensar son de indio. Ese niño es simplemente un salvaje que puede leer y escribir»[1]. Los niños eran entregados a instituciones administradas por iglesias donde se les trataba de arrancar todo rastro de su cultura originaria, con métodos disciplinarios basados en la violencia psicológica y física. Entre los fallecidos hay casos de golpes ocasionados por el castigo físico, pero también suicidios.
Mal haríamos en creer que este horror es sólo canadiense. Por el contrario, si empieza a emerger esta información de Canadá es, quizás, porque este país ha avanzado en procesos institucionales para reconocer la historia oculta del Estado Nación moderno.
¿Acaso la “conquista del Oeste”, mediante la cual los 13 Estados libres de la costa este de norteamérica se expandieron hasta ocupar todo el subcontinente, no es también una historia de genocidio? ¿Acaso no lo es también la “conquista del desierto”, mediante la cual la naciente República independiente de Argentina arrebató a los pueblos originarios la pampa de la Patagonia? ¿Acaso la “pacificación de la Araucanía” en Chile no es un eufemismo para llamar a la ocupación militar que hizo la República de Chile de los territorios mapuches, luego de desconocer los límites territoriales que hasta el Imperio Español había respetado? No es menos horrenda la historia del genocidio en Uruguay, cuando tras la matanza de Salsipuedes un grupo de sobrevivientes fueron enviado a París “para ser estudiados y exhibidos como una raza rara, a punto de extinguirse”[2]. Según explicó el responsable de esta iniciativa, “estos indígenas formaban parte de una quincena de prisioneros conducidos a Montevideo en junio de 1832. El Presidente de la República Oriental del Uruguay me permitió traer cuatro de ellos a Europa, elegidos por ser los que presentaban mayor interés según los informes fisiológicos”[3].
El secuestro de indígenas para ser usados como sirvientes también ha sido un instrumento del genocidio implantado por las repúblicas post-coloniales. Como se puede ver en esta noticia publicada en Argentina en 1878, estaba normalizado el “reparto” de indios para cumplir “tareas domésticas” o “para su utilización en estancias ganaderas”. El texto añade: “Es necesario destacar que la comportación de las indias dista de ser civilizadas por lo que es menester la adaptación de los infelices (…) También hay a disposición de los señores comerciantes y firmas de esta plaza, indios menores de edad. Los infelices aun careciendo completamente de las gracias de la civilización, pueden utilizarse con sumo provecho para mandados diversos”[4].
(Publicado en el diario La Nación de Argentina en 1878)
Queda claro, pues, que para las nacientes Naciones independientes, los indígenas no formaban parte de esa ciudadanía igual en derechos que prometían las ideas liberales e ilustradas. No, los indígenas eran vistos por la élite como un “problema” que había que “resolver”, y no tenían derecho ni a defender sus propias tierras ni a criar a sus propios hijos.
En los países andinos, así como en México y centroamérica, la historia es un poco distinta por razones demográficas y sociales. Sin embargo, lo que no es distinto es que las nacientes Repúblicas estaban dominadas por la ideología del supremacismo occidental y aplicaron políticas anti-indígenas incluso más agresivas que las del imperio colonial.
En Perú, por ejemplo, es la República la que inicia una agresión sistemática contra la propiedad colectiva de la tierra por parte de las comunidades indígenas. El propio Simón Bolívar, tras sellar la independencia con las victorias en Junín y Ayacucho, impulsa leyes agrícolas para promover la propiedad individual y parcelar las comunidades. Las formas indígenas de propiedad son vistas no como una forma otra y legítima de organizar la economía, sino como obstáculos para el progreso. Como tales, debían ser erradicadas. Desde ese momento se inicia un incesante asedio contra las comunidades, que empiezan a perder sus tierras en manos de las haciendas, una historia que está narrada de manera magistral para el caso de la Sierra Central en la saga “La Guerra Silenciosa” de Manuel Scorza.
Pueblos indígenas históricamente postergados en el Perú. Imagen: El peruano
Otro retroceso republicano tiene que ver con las lenguas. Durante la Colonia, el Imperio Español estableció una relación pragmática con el quechua, lengua a la que consideraron como la vía más adecuada para la administración del mundo indígena y para la evangelización. De hecho, la creación de la Universidad de San Marcos, en 1522, incluyó junto con el latín la cátedra de la lengua quechua. Es durante la República, y con mayor fuerza durante el siglo XX, que se concibe, como parte del proceso de modernización, el abandono de las lenguas originarias, con un retroceso del quechua y la desaparición de lenguas como el culle y el muchik, entre otras muchas.
En este contexto, los pueblos amazónicos han sufrido incluso con mayor fuerza la agresión de la República, perdiendo entre los siglos XIX y XX la relativa autonomía que habían logrado mantener durante la colonia española. La esclavización durante la fiebre del caucho, el bombardeo de sus territorios con napalm durante el primer gobierno de Belaúnde, la impune contaminación de sus ríos para la extracción petrolera desde los años 70, la esclavización a la que fueron sometidos en la selva central por el terrorismo senderista, la destrucción de sus fuentes de vida en Madre de Dios durante la actual fiebre del oro, y la matanza en el Baguazo para acallar su lucha por el respeto a la consulta previa, son algunos de los hechos históricos que nos recuerdan cómo es que la República ha tratado a los pueblos indígenas amazónicos.
El genocidio que se está develando en Canadá no es, pues, una anomalía. Es parte de la gran historia del supremacismo occidental que ha dominado América, desde el norte hasta el sur. Los Estados post-coloniales han sido Estados anti-indígenas, que han tratado de borrar todo lo que de indígena tuviera el continente, por las buenas o -más frecuentemente- por las malas.
Este mes, el Perú cumple sus 200 años como República independiente, cerrando el ciclo de los bicentenarios en la región al haber sido el último bastión del poder colonial. Este mismo mes, se ha instalado en Chile la convención constitucional con la presidencia de Elisa Loncón, líder indígena mapuche. Por primera vez, los pueblos originarios de Chile tendrán una voz en la redacción de la norma fundamental de la República. Que sea un símbolo de que esta vez podremos dejar atrás no sólo el colonialismo político, sino también la colonialidad mental y cultural, y podamos abandonar por fin el supremacismo occidental.
[1] Las citas son extraídas del extraordinario hilo publicado en la red social Twitter por Ernesto Filardi: https://twitter.com/HacheFilardi/status/1408373043336990721?s=20
[2] Nodal: “El genocidio de los indígenas del Uruguay” https://www.nodal.am/2017/07/genocidio-los-indigenas-del-uruguay/
[3] Ídem.
[4] Red Nacional y Popular de Noticias: “Diario La Nación: ‘hoy reparto de indios’” https://nacionalypopular.com/2017/01/15/la-nacion-hoy-reparto-de-indiosa-las-familias-que-los-requieran-se-les-entregara-indio-o-china/
06 de julio de 2021
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