Las calles de Lima y las calles de las comunidades

José De Echave C.

Luego de las semanas de turbulencia vividas en el país, son varios los temas que merecen analizarse con detenimiento en la medida que parece que hemos comenzado a voltear la página de este doloroso capítulo. El costo ha sido enorme en pérdida de vidas humanas, además de los múltiples heridos, entre varios otros impactos.

Una de las cosas que en lo personal me ha llamado la atención es el comportamiento de los medios de comunicación en esta coyuntura. Por lo general, si revisamos su actuación en los últimos años, siempre habían sido muy críticos a acciones de protesta ciudadana, sobre todo las que se desarrollan en el interior del país y en particular en zonas rurales, por ejemplo, contra empresas extractivas, que implican bloqueos de carreteras y otro tipo de manifestaciones.

Imagen: Martín Cordoba

Sin embargo, en esta ocasión en la medida que fueron evolucionando los hechos y frente a la contundencia de los mismos, los principales medios de comunicación, sobre todo de radio y televisión,fueron tomando una posición crítica a la acción represiva del Estado en contra de los manifestantes y la actuación del gobierno de Merino y su gabinete ultra conservador. Se olvidaron del rol que muchos de ellos jugaron en el proceso de vacancia y de pronto los principales programas de radio y televisión y sus periodistas se convirtieron en críticos feroces,y con razón,de la actuación policial en contra de los manifestantes y por supuesto marcaron distancia con Merino y su gabinete presidido por Ántero Flores Araoz.

Claro, no había forma de defender lo indefendible y al final de una semana de movilizaciones y protestas, el saldo era tremendo: dos muertos, 114 personas heridas y hasta ese momento varios desaparecidos. La Policía había mentido abiertamente sobre su actuación y el tipo de material utilizado: los muertos y los heridos eran el fiel testimonio que no se había utilizado solamente perdigones de goma y otros materiales disuasivos.

Dicho esto, es bueno señalar que este tipo de actuación policial no es ninguna novedad, sobre todo para los peruanos y peruanas que viven en el interior del país, principalmente  en las zonas rurales andinas o amazónicas. Sobre todo cuando se sabe que la Policía tiene convenios firmados con las empresas.

Las cifras de la propia Coordinadora Nacional de Derechos Humanos son contundentes: en el período 2001-2020, 159 defensores ambientales murieron y 2,326 fueron heridos en medio de conflictos sociales. La gran mayoría de estas personas son comuneros, dirigentes de frentes de defensa, agricultores, pueblos indígenas.

Ahora que varios se han vuelto hinchas de la calle y se han mostrado solidarios con los marchantes, hay que recordar que hay calles urbanas y también hay calles rurales.  Mientras que la calle en Lima son las avenidas Colmena, Abancay o Larco y los lugares de manifestaciones son espacios públicos como la plaza San Martín, en las zonas rurales la calle principal siempre es la carretera. Es allí donde nuestras poblaciones rurales salen a protestar en contra de los abusos, por ejemplo de las empresas mineras o petroleras y reciben feroces respuestas represivas de las fuerzas del orden, en algunos casos Policía y Fuerzas Armadas juntas.

Ojalá que lo vivido en estos días en Lima y otras ciudades, ayude a comprender las diferentes movilizaciones y acciones de protesta legítima que se dan en todo el país. Y sobre todo entender que las calles de Lima y las de nuestras comunidades valen lo mismo. Lo mismo que las personas.

25 de noviembre de 2020

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