Cambio Climático, Género y Extractivas
(Foto: David Vexelman)
Como sabemos, el cambio climático incrementa el riesgo y la vulnerabilidad en zonas de operaciones extractivas, donde las comunidades campesinas e indígenas están siendo afectadas directamente. En los últimos años han vivido episodios de temperaturas extremas; años muy cálidos[1] y años muy fríos con heladas[2]; los y las comuneras se preguntan «¿Qué es lo que sucede con la tierra o si es la helada la que está generando una menor producción? ¿Es posible que el cambio de clima este variando esta producción, como también la muerte de nuestros animales?»
Es un hecho que la actividad minera produce cambios climáticos locales en la medida en que cambia la orografía del territorio, al operar tajos a cielo abierto y realizar represamientos o secados de fuentes de agua superficiales como lagunas, manantiales y bofedales, cambiando el curso de las aguas, destruyendo los sistemas de aguas subterráneas y cambiando el curso de los vientos; a lo que hay que agregar la construcción de carreteras, el incremento del tránsito de camiones y maquinaria pesada, que levanta grandes polvaredas contaminando sus aguas, pastizales y laymes[3].
Mujer campesina de Fuerabamba (Apurímac) observa operaciones de minera Las Bambas. (Foto: Cooperacción)
A las mujeres que están a cargo del cuidado de la familia, la alimentación, la educación, la salud, se les agrega cargas de trabajo. La mayoría de comunidades rurales no cuentan con agua segura[4] y las mujeres tienen que desplazarse a grandes distancias para proveerse del agua que necesitan para sus actividades cotidianas. La escasez de pastos ha obligado a que los campesinos utilicen planchas de calamina (chapa) de metal en sus techos, lo que incrementa el calor dentro de la casa en el día y enfría muchísimo en la noche, produciendo enfermedades broncopulmonares sobre todo en los niños, niñas y personas mayores, generando un gasto no previsto en sus economías y un incremento en el trabajo de las mujeres a cargo del cuidado. Las mujeres señalan que han aparecido unos insectos que se comen la ropa, tejida en lana de oveja, lo que les perjudica ya que la vestimenta típica es sumamente costosa.
Sin embargo, existen comunidades, hombres y mujeres, que frente a esta situación han decidido realizar procesos de planificación y ordenamiento territorial; están realizando acciones e implementando estrategias para la defensa de sus territorios y recursos naturales, la conservación de su cultura ancestral y el fortalecimiento de su autonomía que tome en cuenta las necesidades e intereses de las mujeres, su empoderamiento para la toma de decisiones territoriales, económicas, sociales y políticas.
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[1] Sólo contamos con el testimonio y percepción de los comuneros y comuneras.
[2] La «helada» es un fenómeno climático recurrente en las provincias alto andinas; sin embargo los impactos del cambio climático que ya está sufriendo nuestro país, lo está exacerbando. Lamentablemente no existe una política de prevención por parte del Estado y la respuesta normalmente es mínima y se realiza tardíamente.
[3] Terreno donde se siembra papa y que tiene un régimen de producción – descanso – producción de 7 años.
[4] En el mejor de los casos el agua es entubada sin tratamiento
Publicado originalmente en el Boletín GFLAC – Grupo de Financiamiento Climático LAC
02 de agosto de 2017
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