MEF, Economía y Ambiente
Por José De Echave
En el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) presentado hace unas semanas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) se reconoce la necesidad de un crecimiento ambiental sostenible y que “La transición energética en el mundo está marchando hacia economías con bajos niveles en carbono y los mercados internacionales se vuelven cada vez más exigentes respecto de la huella energética de los productos que demandan”.
En ese sentido, el Perú necesita pisar el acelerador y avanzar en la transición de su matriz energética y en la descarbonización de sus actividades productivas, si es que quiere ser una economía competitiva a nivel internacional en el contexto actual. En las actuales circunstancias, tan o más importante que el Producto Bruto Interno será, por ejemplo, medir el volumen de carbono de los productos que el país exporta al mundo. Por lo tanto, la nueva economía vinculada a la agenda climática implica asumir a fondo un conjunto de obligaciones: como lo ha mencionado la Comisión Económica para América Latina (Cepal), los países que no tengan una verdadera responsabilidad climática tendrán al 2050 una pérdida estructural del 25% aproximadamente y quedarán totalmente rezagados. Estos cálculos coinciden con algunos estudios hechos en el Perú[1].
Por ello es importante reconocer el esfuerzo hecho por el MEF cuando en el recientemente publicado MMM se reconoce que se debe i) desincentivar la inversión y el consumo de energías fósiles; ii) incentivar la eficiencia energética y promover la inversión en la generación de energías limpias y sostenibles; y iii) frenar la generación de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de la deforestación y el cambio de uso de suelos.
Por lo tanto, frente a la apatía y la ineficiencia de las administraciones anteriores, este gobierno debería iniciar en serio y a fondo la transición energética. Esa es una de las misiones centrales que el gobierno del presidente Castillo debería asumir y la verdad es que no hay más tiempo que perder. Esta no es una tarea aislada del Ministerio del Ambiente; debe ser una labor concertada con el MEF y los ministerios productivos, de infraestructura, salud, educación, etc., que tiene que contar con el respaldo al más alto nivel y también con el compromiso de los diferentes estamentos de la sociedad peruana: sector empresarial, medios de comunicación, academia, movimientos sociales, sociedad civil en general, etc.
Es solo en este contexto, por ejemplo, que en el Perú el gas natural puede ser considerado como un combustible puente, “pues emite un 40% menos de gases de efecto invernadero que el petróleo”[2]. Pero no se puede caer en lo que algunos denominan la trampa del gas, pensando que pasar al uso masivo de este combustible será suficiente para llevar adelante la transición y cumplir con los compromisos asumidos internacionalmente por el país. No hay que olvidar que el Perú se ha comprometido, en el marco del Acuerdo de París, a disminuir en un 30% sus emisiones de gases de efecto invernadero y que el año pasado la meta de reducción se amplió al 40% para el 2030.
Como lo acaba de recordar la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés)[3], para lograr la reducción de emisiones a cero neto (es decir el punto de equilibrio en el que los gases de efecto invernadero se eliminan de la atmósfera con la misma rapidez con la que se incorporan) no se debería abrir ni un solo yacimiento nuevo de petróleo, gas o carbón en el mundo. Además, el aumento de la eficiencia energética debe ser tres veces más rápido en la próxima década y para el 2050 los combustibles fósiles deben pasar a cubrir como máximo un 20% de las necesidades energéticas del planeta y no el 80% actual. La apuesta clara es por la energía renovable no convencional.
Esa es la dimensión de la tarea y por ello es importante que el MEF asuma claramente y con decisión la vinculación entre economía y ambiente. Un ministerio de Economía que no toma en cuenta estas variables es una institución obsoleta. Pero además se necesita un Ministerio del Ambiente fortalecido y con liderazgo transversal que marque las orientaciones estratégicas para el diseño de una economía climática vinculada a los procesos globales que buscan evitar que se alcance el umbral crítico, es decir que la temperatura no suba más de 1,5 grados centígrados.
Las gestiones pasadas del MEF han estado ausentes de todos estos temas y de los procesos de articulación global más importantes. Por ejemplo, es clave que el Perú se sume a la coalición de países de fijación de precios al carbono que busca incentivar conductas responsables tanto en los países, sectores productivos, empresas, etc. Por otro, sería muy importante que el MEF se incorpore a la coalición de finanzas por el clima, que en la actualidad agrupa a 60 miembros que promueven la adopción de medidas climáticas a nivel nacional, sobre todo a través de la política fiscal y el uso de las finanzas públicas[4].
Pero además, para evitar de manera irremediable la sabanización de la Amazonía es necesario un proceso de articulación sostenida de los 9 países amazónicos (incluida la Guyana francesa). Los riesgos de perder de manera definitiva el bioma amazónico son cada vez más grandes y todos los indicadores son preocupantes: si hasta hace muy poco el bosque amazónico absorbía las emisiones que provocaban el calentamiento global y la crisis climática, un reciente estudio muestra que la selva amazónica produce más de mil millones de toneladas de dióxido de carbono, bastante más de lo que puede absorber. En suma, la Amazonía o parte de ella se ha convertido en una fuente de CO2, en lugar de un sumidero, debido en gran medida a la deforestación incontrolada.
Por lo tanto, está claro que necesitamos una mayor decisión política y desplegar las velas de una nueva diplomacia económica y ambiental. Esa es la tarea impostergable que debe ser plenamente asumida.
[1] Vargas Paola (2009): El cambio climático y sus efectos en el Perú. BCRP. Documento de Trabajo N°2009-14.
[2] Campodónico Humberto: Transición energética y gas en los hogares. La República. 01 de septiembre 2021.
[3] IEA: Flagship report. Mayo 2021: Net Zero by 2050: a Roadmap for the Global Energía Sector https://www.iea.org/reports/
[4] Los países que han avalado los principios son Austria, Chile, Costa Rica, Costa de Marfil, Dinamarca, Ecuador, Finlandia, Francia, Alemania, Islandia, Irlanda, Kenia, Luxemburgo, Islas Marshall, México, Países Bajos, Nigeria, Filipinas, España, Suecia, Uganda, y Reino Unido. Desde el anuncio formal, los siguientes países también han firmado: Colombia, Fiji, Guatemala y Noruega.
07 de setiembre de 2021
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