Tratado de Alta Mar: entre la desinformación y la urgencia de conservar el océano

La reciente firma del Tratado de Alta Mar por parte del gobierno peruano ha desatado un intenso debate nacional. Mientras algunos sectores lo califican como una “traición a la patria” por presuntamente ceder soberanía marítima, voces expertas y representantes de la sociedad civil destacan su importancia para la conservación de la biodiversidad oceánica en aguas internacionales.

En su edición del 12 de junio, el programa La Hora Verde, producido por CooperAcción, reunió a Kiara Soto (bióloga marina de SOA Perú), Abelino Ramírez (dirigente de pescadores artesanales de Ancón) y Alejandro Chirinos (responsable del programa marino-costero de CooperAcción), quienes coincidieron en que el Tratado de Altamar es una herramienta clave para proteger ecosistemas vulnerables más allá de las 200 millas, y que la polémica en torno a la soberanía responde a desinformación y agendas políticas.

Desde Niza, Francia, donde se realizó la III Conferencia de la ONU sobre los Océanos, Kiara Soto explicó que el tratado —conocido oficialmente como BBNJ— busca conservar la biodiversidad en alta mar, una zona que representa más del 50% del océano y que hasta ahora carece de regulación efectiva. “Este tratado no afecta las jurisdicciones nacionales. Su objetivo es proteger lo que está fuera de las 200 millas, regulando actividades como la pesca industrial, la minería submarina o la bioprospección genética”, subrayó. Soto también remarcó la urgencia de fortalecer la cooperación regional y crear redes de áreas marinas protegidas que trasciendan fronteras.

Por su parte, Abelino Ramírez señaló que, más allá de las polémicas en torno al tratado, los pescadores enfrentan amenazas urgentes y concretas como la contaminación por derrames petroleros, la pesca industrial descontrolada y la falta de políticas de conservación. “Hemos sacado casi tres toneladas de plástico del mar solo en una jornada. Si no cambiamos ahora, el mar va a colapsar. No se trata de política, se trata de la vida”, alertó. Ramírez también hizo un llamado a que se informen mejor a las comunidades pesqueras, que muchas veces son excluidas de decisiones clave.

Alejandro Chirinos enfatizó que el tratado es parte de un esfuerzo global para alcanzar la meta del 30×30: proteger el 30% del océano al año 2030. “El océano es un ecosistema clave para la vida en el planeta. Sin su salud, no hay pesca, ni equilibrio climático. El tratado no toca las 200 millas peruanas. Lo que busca es establecer una gobernanza efectiva en aguas internacionales, donde hoy reinan el vacío legal y los intereses extractivos”, explicó. También criticó la escasa acción del Estado peruano en ampliar sus áreas marinas protegidas, que hoy no llegan ni al 8%, pese a tener uno de los mares más productivos del planeta.

La Hora Verde dejó claro que el verdadero desafío no es la soberanía, sino la sostenibilidad: construir una ciudadanía oceánica informada, combatir la desinformación y sumar esfuerzos globales para evitar el colapso del mar como fuente de vida.

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