Las Bambas, para que no te cuenten cuentos

Por Vanessa Schaeffer

Estalló el conflicto por Las Bambas, otra vez.  Como siempre, junto con las movilizaciones, aparecen diferentes y variados personajes muy importantes contando lo que saben, creen o imaginan de la  historia. Siempre de lejos, hablando mucho, entendiendo poco. Para ellos (y para todos) quizás sea necesario contar la historia en otro lenguaje. En su lenguaje.

  • Ya está todo listo hermanito, empezamos a producir pero ya.
  • ¿Seguro? Oye…pero cómo hacemos si ya no tenemos la parte que estaba en Cusco?
  • Que ya está te digo. Nada con Espinar, ya hemos pasado todo a Apurímac. Ahí vamos a procesar y luego lo sacamos todo por camiones hasta Arequipa. Ya nos hemos movido por ahí y justo el gobierno sacó unas leyes para que esos cambios se aprueben fácil. ITS, ETS, algo así se inventaron para eso. Ya con eso pudimos mover todo rapidito, sin estudios ni tanta cosa.
  • Cómo…¿sacar el mineral por camiones? ¿Ya no va el mineroducto?
  • No pues, chau mineroducto. Ya tenemos la flota lista: 250 camiones diarios cargados desde Las Bambas hasta Arequipa. Imagínate lo que va ser eso.
  • Oye pero si ahí es lejos, en medio de la montaña, no hay carretera, nada.
  • Las carreteras ya están listas compadre, no hay problemas ya. Hemos construido rápido unos tramos que no habían, ampliado otros y así. Varios alcaldes se han prestado pues, hemos contratado gente de allá para que no moleste y así. Ahorita ya estamos gestionando para que el MTC convierta toda esa vía en carretera nacional y asunto cerrado.
  • Oye pero la gente allá es brava, quechuas no? Saben de los camiones? Ya se les pagó por sus tierras?¿Qué han dicho?
  • Nada compadre, esto hay que sacarlo rápido, no hay tiempo para eso. Tú preocúpate porque salga el mineral y en el camino arreglamos… tú sabes que eso es cuestión de plata pues. Igual, si reclaman, cualquier cosa ahí tenemos un contrato con la Policía para que ponga orden, les estamos pagando directo ya… Al final al gobierno le va tocar encargarse de esa carretera y ya que ellos vean, que asfalten, saneen todo, su problema.

Imagen: El País

Para empezar a producir Las Bambas debió realizar cambios grandes al diseño de su mina. Planteada como una mega operación en dos regiones, Las Bambas sacaría mineral desde Apurímac para transportarlo por un mineroducto de 200km a Espinar, donde sería procesado. En esos términos se aprobó su EIA y se informó a la población de las dos regiones.

Todo esto cambió por movidas empresariales (venta de la mina, desconexión con Glencore) que obligaron a cambiar su diseño: en vez de hacerse en dos provincias, ahora todo se extrae y procesa en Apurímac. El mineroducto perdió sentido. Desde el 2016 Las Bambas saca su mineral con una flota de más de 250 camiones diarios, de alto tonelaje, a través de una carretera que atraviesa montañas, centros poblados y comunidades campesinas hasta Arequipa. Todos estos cambios se lograron a través de varios trámites simplificados y fragmentados (ITS).

Esta carretera minera no está asfaltada. El paso de los camiones arrastra polvo, ruido y vibraciones; afectando todo (y a todos) lo que se cruce en su camino. La empresa intenta mitigarlo, regando el camino con fuentes de agua locales. Los impactos ambientales y sociales del transporte no fueron incluidos en los EIA de la empresa.

Esta carretera no existía antes de Las Bambas. La empresa (en alianza con pequeños municipios locales) la fue construyendo por tramos: abriendo camino donde no había o ampliando donde existían trochas y caminos vecinales. Estos terrenos, propiedad legítima de comunidades campesinas, no han sido saneados. No hay contratos, nada. Toda la zona es territorio de población indígena que no fue informada, ni consultada para ello.

Finalmente el Estado declaró la vía minera como carretera nacional, asumiendo las responsabilidades. A la fecha, no hay presupuesto suficiente para sanearla, asfaltarla y vigilarla.

Una a una, las comunidades de las provincias a lo largo de todo el corredor se han movilizado reclamando por esta situación. No una, ni dos, sino varias veces. Abundan en la zona juicios, reuniones, negociaciones, héroes y falsos héroes; pero no soluciones. Propiedad, tierra, agua, ambiente y salud están entre las principales demandas. Cuatro campesinos han muerto por ello desde el 2012.

Lo que está pasando con Yavi Yavi, en Fuerabamba no es “otra” historia que contar. Es la misma historia que se repite, una y otra vez. Una crónica lamentable de un conflicto anunciado: violación de derechos, paralización, represión y muerte de los que menos importan. Al final, no se puede arriesgar las inversiones ¿cierto?

22 de marzo de 2019

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