La tragedia ambiental en Lobitos: otra vez un derrame de petróleo
Nuevamente otro incidente nefasto que impacta severamente nuestro ecosistema marino costero y su alta biodiversidad. La madrugada del pasado sábado 21 se produjo un derrame de petróleo que afectó un corredor de playas destinadas al turismo y a la pesca artesanal. Las Capullanas, es la playa más afectada y junto a ella también se encuentran en similar condición las playas La Bola, Yapato, El Anchón, La Palizada Punta Lobitos y Peña Negra. Hoy, lunes, comenzaban a difundirse videos y testimonios del avance de la contaminación hacia la zona de Cabo Blanco.
En comunicación con CooperAcción, Carlos Chapilliquén, un conocido dirigente de pescadores de Cabo Blanco, ha confirmado, en recorrido que ha hecho junto a personal de Sernanp durante el día, que “la afectación ha llegado hasta el polígono de la parte sur de la zona reservada (Cabo Blanco – El Ñuro) y si es bastante grande”. Con ese dato, muy probablemente el área y el número de playas afectadas podría ser mayor, aun cuando la empresa indica que tiene todo bajo control. Al respecto, hemos trabajado un mapa del probable radio de afectación (Fig. 1.).
El incidente
El incidente se produjo al momento que se hacía la carga hacia el buque Polyaigos, de nacionalidad griega y construido en el 2005. La empresa ha indicado que se derramaron 0,9 barriles o 37,8 galones de petróleo.
El gerente de Petroperú, Óscar Vera Gargurevich, quien además fue ministro de energía y minas del régimen de Boluarte, minimizó en medios el incidente, señalando que no fue un derrame sino una fuga de petróleo en la línea submarina del sector norte del terminal multiboyas de la refinería de Talara. De igual forma el gerente comentó: “Que las playas ya están limpias al 100 % y sus aguas se encuentran cristalinas”. Sus declaraciones fueron inmediatamente cuestionadas por los actores locales, entre pescadores artesanales, marisqueros, operadores turísticos, pequeños empresarios de la zona y ciudadanía de Lobitos, quienes indicaron que con este desastre ya perdieron el año 2025, debido a que la zona es de alta demanda turística y pesquera, actividades que sostienen sus economías y la del distrito.
El área afectada y las dimensiones del desastre
Según reportes preliminares del Organismo de evaluación y fiscalización ambiental (Oefa), el área afectada es de 10,000 m2 e involucra cinco playas, aunque la afectación podría ser mayor según los reportes ciudadanos han ido apareciendo durante este día. Dichos reportes de la población mencionan más de 10 playas afectadas y un aproximado de 18000 m2 de zona litoral afectada. La responsabilidad de la tragedia recae en Petroperú. Oefa continúa en la zona monitoreando las labores de contingencia, así como también especialistas y trabajadores del Sernanp quienes verifican que la mancha oleosa no impacte en la reserva marina que justamente inicia en Cabo Blanco. Mientras tanto, la Fiscalía del Medio Ambiente de Sullana ha iniciado una investigación preliminar por contaminación ambiental contra Petroperú.
Según reportes de pescadores y activistas ambientales de Lobitos y zonas aledañas, diversos animales cubiertos completamente de petróleo yacían en las orillas y en las zonas rocosas. Entre las especies que se hallaron había pulpos, delfines, caballitos de mar, tortugas, algunas aves y cangrejos pequeños, estos últimos usados por los pescadores de la zona como carnada para la pesca del conocido y cotizado mero (Epinephelinae).
Una herida ambiental que no se supera
La sensibilidad sobre este tipo de incidentes que al final terminan configurando ecocidios severos y reales tragedias ambientales en la costa peruana está activa desde que ocurriera el derrame de crudo en el mar de Ventanilla y que tuvo como responsable a la transnacional Repsol. Desde el inicio la empresa negó su responsabilidad y la trasladó hacia la naturaleza (indicaba que todo se debió a la erupción submarina ocurrida en Tonga) o hacia el Estado al no haber activado la alerta de tsunami que justamente varios países del continente habían descartado.
La demora de Repsol en activar los protocolos de contingencia afectó severamente cerca de 100 kilómetros de costa y mar, involucrando el daño de más de 60 playas, dos áreas marinas y una gran biodiversidad que sustentaba la pesca artesanal, el turismo y otras actividades económicas de la zona marino costera. Al día de hoy, el ecocidio de Repsol es considerado como la peor tragedia ocurrida en la historia de la costa peruana y hasta hoy no se ha resuelto el largo conflicto que ha instalado pues, como se sabe, la zona afectada actualmente no es apta para la pesca, estando prohibida el desarrollo de esta actividad. Ya se van a cumplir tres años y la transnacional aún no lleva a cabo la rehabilitación de los ecosistemas dañados.
Este nuevo incidente en Lobitos demuestra que las actividades hidrocarburíferas son incompatibles con la sostenibilidad del ecosistema marino costero y sus hábitats. Los impactos son severos en la vida acuática y en el equilibrio de los hábitats marinos; su recuperación termina siendo sumamente lenta y, en ocasiones, no se logra del todo si es que no se emplea tecnología de alto nivel para descontaminar y rehabilitar las zonas dañadas.
Resulta impresionante la ausencia de un plan de contingencia bien aplicado por parte de las empresas que desarrollan estas actividades hidrocarburíferas, las imágenes mostradas en redes en los días posteriores al derrame muestran trabajadores sin los equipos de seguridad adecuados, hecho que muestra un mal accionar de Petroperu, que no contenta con haber devastado la biodiversidad y ecosistemas marinos de la zona, pone en riesgo la salud de sus trabajadores. Hasta el momento se desconoce, a cuantos barriles asciende el hidrocarburo derramado, dato fundamental para el inicio de acciones de contingencia.
Figura 1. Polígono de estimación de expansión del derrame de hidrocarburo en Lobitos.
Figura 2. Derrame en Playa Las Capullanas. Crédito: Henry Espinoza
Figura 3. Derrame en Playa Las Capullanas. Crédito: Henry Espinoza
Figura 5. Mamífero marino muerto por el derrame de hidrocarburo. Crédito: Henry Espinoza
Figura 6. Percebes (Pollicipes sp.) muerto por el derrame de hidrocarburo. Crédito: Henry Espinoza
Figura 7. Cangrejo (Grapsus grapsus) muerto por el derrame de hidrocarburo. Crédito: Henry Espinoza
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