La Reserva Nacional Mar Tropical de Grau

José De Echave C.
Fuente: Sernarp

La reciente creación de la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau es una excelente noticia para el país. Sin embargo, no debemos olvidar que su creación ha demorado más de diez años, debido a la férrea oposición de sectores como la Sociedad Peruana de Hidrocarburos. ¿Cuál era el argumento? La presentaron como una iniciativa contraria a las inversiones y una amenaza para los contratos suscritos, pese a que se siempre se aclaró que la declaración de una zona reservada no implicaba desconocer los derechos preexistentes, en este caso de los operadores de lotes de hidrocarburos. Además, es bueno precisar que, según el propio Ministerio del Ambiente, la Reserva Nacional del Mar Tropical presentaba una superposición mínima con los 10 lotes que actualmente son operados en la zona.

Otro aspecto que no debemos perder de vista es que el Perú ha ratificado el Convenio sobre Diversidad Biológica. Este convenio establece que los países debían proteger el 10% de sus zonas marinas costeras hasta antes del 2020 y el 30% antes del 2030. Hasta antes de la creación de la Reserva Mar Tropical de Grau, el Perú tenía apenas el 0.5% de su dominio marítimo cubierto por áreas naturales protegidas, mientras que países de América Latina como México, Brasil, Colombia y Chile han superado, hace bastante tiempo, la meta del 10%. El Perú contaba solamente con las siguientes áreas marinas protegidas: la Reserva Nacional de Paracas (1975), la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras (2009) y la Reserva Nacional de San Fernando (2011). 

La flamante reserva comprende la Isla Foca, El Ñuro, los arrecifes de Punta Sal y el Banco de Máncora. ¿Por qué es importante? Porque es uno de los ecosistemas más ricos del país, ya que en él confluyen la corriente fría de Humboldt y la corriente del Pacífico Tropical, lo que permite condiciones únicas para que se desarrollen miles de especies de flora y fauna marina. En el propio expediente técnico se da cuenta de que en esta zona se concentra alrededor del 70% de toda la diversidad del litoral peruano que se consume en el país, lo que explica la importante actividad de pesca artesanal que se desarrolla en la zona. Por supuesto, es importante acotar que la creación de la zona reservada permitiría combatir en mejores condiciones la actividad de pesca ilegal que viene afectando la sostenibilidad de varias especies: “el establecimiento de la zona reservada Mar Pacífico Tropical contribuirá a la conservación de espacios que constituyen áreas de reproducción, cría, refugio y migración de especies, en especial aquellas de importancia económica, necesarias para garantizar y mejorar la productividad biológica” (OEFA).

Para los que están preocupados por las inversiones y el impacto económico, no está de más subrayar algunos beneficios que aportan las áreas naturales protegidas. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAMP) subraya que el aporte de estas áreas a la economía del país es del orden de los US$ 10 mil millones y que entre los principales destinos turísticos destacan precisamente importantes áreas naturales protegidas, como Machu Picchu, Tambopata y Paracas. Siguiendo con las cifras, la institución Oceana destaca que en el Perú “se estima que la pesquería aporta US$3,200 millones y da empleo a alrededor de 225 mil personas” y que a nivel global los océanos “aportan alrededor de 2.5 trillones de dólares a la economía mundial en términos de bienes y servicios producidos por la industria”. Por todo ello, es clave proteger los océanos. A diferencia de la superficie de tierra firme, los océanos y su diversidad biológica se encuentran mínimamente protegidos.

Como lo señala el propio Convenio Sobre Diversidad Biológica, “Hoy en día las actividades humanas suponen una gran amenaza para los mares y las costas debido a la sobreexplotación de la pesca, las prácticas pesqueras destructivas, la contaminación y la eliminación de residuos, la escorrentía de tierras agrícolas, las especies exóticas invasoras y la destrucción de hábitats”. Además, “el cambio climático global conlleva presiones adicionales al elevar el nivel del mar, aumentar la temperatura del agua y provocar más desastres naturales”.

Por ello, es fundamental seguir dando pasos para la puesta en marcha de una gestión integrada de zonas marinas y costeras. No hay que olvidar que todo esto forma parte de los compromisos que el Perú ha asumido al firmar convenios internacionales ―como el ya mencionado de Diversidad Biológica― que deben expresarse en estrategias y planes nacionales para alcanzar las metas propuestas. Es en este proceso que se inscribe la creación de esta reserva natural y, de esa manera, proteger en serio el mar de Grau. El reto para nuestro país es seguir avanzando y evitar quedarnos en las prácticas y políticas del siglo pasado.

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