La camiseta no se mancha

Alejandro Chirinos

Alejandro Chirinos

Repsol, la empresa responsable del peor atentado ecológico perpetrado al mar peruano, es hoy la nueva y flamante auspiciadora de nuestra selección de fútbol. El pasado 31 de agosto, en el marco de una gran conferencia de prensa organizada por la Federación Peruana de Fútbol (FPF), la empresa Repsol fue presentada con bombos y platillos como el nuevo sponsor oficial de nuestra selección.

Imagen: Todo sport

Este importante logro de la transnacional petrolera, en medio del desmadre socioambiental que ocasionó con su derrame de crudo en el mar de Ventanilla, hace más de año y medio, no hubiese sido posible sino fuera por la sensibilidad de quienes están al frente de la federación, quienes probablemente pueden disfrutar de un delicioso cebiche o de un sabroso plato marino sin pensar cómo ese nutritivo pescado llegó a su mesa.

Y no se puede negar que ha sido una jugada muy bien elaborada por parte de la empresa. Veamos. El auspicio ocurre a pocos días de comenzar las clasificatorias para el mundial México/USA/Canadá 2026, momento clave porque el entusiasmo colectivo por el debut y participación de la selección se encuentra en plena efervescencia y sabemos la fuerte identidad en torno a la camiseta peruana. Por otro lado, en esta edición se aplica la medida dada por la Fifa que amplía el número de cupos para asistir al mundial. Así, en el caso de Sudamérica ya no clasificarán directamente cuatro sino seis selecciones. Además, está abierta la posibilidad de un medio cupo por el derecho a repechaje. Es decir, es probable que siete selecciones sudamericanas asistan a la máxima competencia del fútbol mundial.

Ahora bien, hagamos un cálculo simple. Si revisamos los resultados de los últimos tres procesos clasificatorios, veremos que la selección peruana terminó dentro del grupo de los seis primeros y en las dos últimas ediciones del torneo fue a repechaje, lo que le permitió, luego de 36 años, asistir a un mundial (Rusia 2018). Si la selección mantiene esa “regularidad” y considerando la ampliación de cupos aprobada por la Fifa, las posibilidades de que logremos clasificar al mundial son mayores. Siendo así, no se puede negar que ha sido un buen cálculo y una estrategia muy bien pensada por la empresa. Sin duda, una estupenda oportunidad para limpiar la mala imagen corporativa que se ha ganado producto del desastre ecológico que ocasionó en el mar de Ventanilla y que afectó el litoral de cinco distritos; daño severo al ecosistema al que no hay destinado mayor esfuerzo económico para descontaminarlo y remediarlo, limitándose solo a limpiar de manera rudimentaria algunas zonas afectadas, recogiendo y recuperando el crudo vertido.

Pero, además, la federación peruana de fútbol no iba a negarse a aceptar tan importante auspicio económico, el que probablemente haya sido considerado como un gran logro de la gestión actual a pocos días del inicio de las clasificatorias.

Reacciones

Pero si la transnacional pensaba que no habría reacciones, pues parece que allí el cálculo si les falló. Una vez concluida la conferencia de prensa, miles de peruanas y peruanos indignados en las redes sociales y en medios alternativos de comunicación iniciaron una feroz crítica, tanto a la Federación peruana de fútbol, a cuya dirigencia acusaron por su bajo nivel de sensibilidad frente a lo ocurrido en el mar peruano, como a la empresa por el aprovechamiento de la situación.

Y no es para menos. Al día de hoy la empresa, luego de un largo y desgastante proceso de negociación con las organizaciones de pescadores que no aceptaban las condiciones de arreglo que les propuso desde finales del año pasado, los ha indemnizado económicamente solo por el año 2022 con un monto menor al que los afectados habían propuesto y que sustentaron a través de una valorización económica del daño ocasionado, elaborada rigurosamente con acompañamiento de CooperAcción, siguiendo  metodologías oficiales y rigurosas.

Sin embargo, frente al daño ambiental, la empresa no ha asumido ninguna acción estratégica de recuperación de los hábitats y ecosistemas severamente impactados. Y esa es una demanda estratégica de los pescadores afectados, es decir, la reparación y rehabilitación de la cadena de ecosistemas marino costeros dañados que sustentan la actividad pesquera artesanal. Hoy, ningún pescador o pescadora artesanal puede hacerse a la actividad pesquera pues está prohibida la extracción de recursos hidrobiológicos en la zona afectada debido a los altos niveles de contaminación. Pescar y comercializar recursos contaminados es un atentado a la salud pública que está sujeto a sanción. En este momento, la vida los pescadores y sus familias depende de la “indemnización” lograda por el año 2022 y ésta en cualquier momento se acaba. Cuando ocurra eso, ¿qué seguirá? Si los hábitats dañados no se recuperan en el corto plazo, los miles de pescadores artesanales que en este momento han iniciado la negociación para ser indemnizados por el año 2023, seguirán sin poder trabajar.

¿Se ha hecho algo por la descontaminación y rehabilitación del mar?

En palabras de los afectados, durante todo este tiempo de lucha, la empresa solo ha esperado pacientemente a que el tiempo pase y el mar “se recupere” de manera natural. Pescadores que diariamente van a la orilla y ven con impotencia el mar, indican que el “gran esfuerzo” de la empresa ha sido «limpiar» la zona afectada empleando técnicas rudimentarias, es decir, recogiendo el crudo que el mar les devuelve cuando mueve. No ha habido un solo esfuerzo para descontaminar y rehabilitar realmente el área afectada.

Habiendo dejado pasar el tiempo, solo se ha dedicado a desarrollar, luego de un año del desastre, monitoreos sobre las condiciones del mar, asegurando que ya se encuentran recuperados y seguidamente contratar una costosa publicidad e iniciar campañas de reactivación y de retorno al mar, argumentando que el ecosistema marino se encuentra en óptimas condiciones. Estas campañas han terminado por caerse estrepitosamente debido a que las evaluaciones científicas y técnicas hechas inmediatamente por el Estado terminaron por contradecir los estudios de monitoreo hechos por la empresa o porque los oleajes anómalos relacionados a El Niño costero devolvieron a la orilla todo el crudo depositado en la zona bentónica o fondos marinos.

Y aunque no conocemos la cifra exacta del “apoyo” de este nuevo sponsor, lo que si creemos es que todo ese dinero que será invertido de manera planificada para potenciar a las diferentes categorías de la selección peruana de futbol hasta el año 2026, pudo haber tenido un mejor destino, es decir, en lugar de promover estrategias de sportswashing y lavarse la cara demostrando una falsa empatía con todos los peruanos apelando al sueño de la clasificación al siguiente mundial de fútbol, Repsol pudo haber dado el primer paso para iniciar la descontaminación del mar dañado por los 11,900 barriles de hidrocarburo sin refinar que fueron derramados en sus instalaciones submarinas mientras se producía la descarga del combustible tóxico el pasado 15 de enero del año 2022.

Pero en este tipo de jugadas no hay VAR que detenga el juego.

Mientras tanto, nuestro gran ecosistema marino, considerado uno de los más productivos del mundo, seguirá esperando a que un árbitro le haga justicia y le saque tarjeta roja a aquellas empresas que juegan sucio, meten patadas arteras y se perfilan siempre en off side. ¿La camiseta también se mancha?

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