El caso Santa Rosa y la presencia del Estado peruano en las zonas de frontera

Luis Gárate

Por Luis Gárate

El Perú es un país con grandes extensiones de frontera, y debemos recordar que limita con cinco países: Ecuador y Colombia por el norte, Brasil y Bolivia por el este, y Chile por el sur. La lejanía de Lima y la histórica centralización han creado un vacío de poder que las economías ilegales están explotando con alarmante rapidez.

Este desdén por las zonas fronterizas no solo frena el desarrollo, sino que se ha convertido en una grave amenaza para la soberanía, la seguridad y la integridad territorial. La reciente controversia con Colombia por el distrito de Santa Rosa, en la región de Loreto, es una señal de esta situación. La disputa, centrada en la demarcación limítrofe, trasciende lo meramente cartográfico. Por un lado, esto muestra que el diferendo debe abordarse entre los dos Estados por las vías diplomáticas y enmarcados en el Tratado Salomón-Lozano de 1922 y el Protocolo de Amistad y Cooperación de Río de Janeiro de 1934, suscritos por ambos países.

Por otro lado, el impase ha evidenciado que es una zona donde la presencia del Estado peruano es muy débil, lo que permite que se abran controversias, y dejando a la población expuesta a potenciales agresiones externas.

En territorios como Santa Rosa, la ausencia estatal es visible, como se ha mostrado a través de diversos medios de comunicación[1]. La falta de inversión en infraestructura básica—carreteras, electricidad, comunicaciones— aísla a las comunidades, y es un terreno fértil para el ingreso de todo tipo de actividades. Cuando el ciudadano no puede contar con servicios de salud, educación de calidad u oportunidades económicas lícitas, el terreno es propicio para que prosperen alternativas ilícitas.

Es entonces que se expanden las economías ilegales: el narcotráfico, la tala y la minería ilegal, el contrabando y el tráfico de personas. Estos operan como alternativas, ofreciendo empleo, ingresos inmediatos y una ilusión de progreso a cambio de lealtad y complicidad. Crean sus propias reglas y financian su control del territorio mediante la corrupción y la violencia.

El narcotráfico es uno de los problemas principales. El Perú se ha convertido en el segundo productor mundial de cocaína (según datos de la UNODC[2]), y las fronteras son sus corredores naturales de exportación. Las redes criminales peruanas y colombianas se mueven con facilidad aprovechando el vacío de autoridad para controlar cultivos, pistas de aterrizaje clandestinas y rutas de transporte. Asimismo, el tema de la expansión de la minería ilegal se ha convertido en una seria amenaza en toda la zona fronteriza, sobre todo con Ecuador y Colombia, como lo revelan recientes reportes[3]

Frente a esta realidad, la disputa por un distrito como Santa Rosa deja de ser una mera cuestión diplomática. Se trata de la cuestión del control real del territorio y de la calidad de vida de sus habitantes.

La porosidad de nuestras fronteras no es un caso aislado en esta zona del país. Es conocido el flujo de contrabando y narcotráfico en la frontera sur con Bolivia, o las serias debilidades de la presencia peruana en la frontera con Brasil, así como la creciente penetración de grupos vinculados a la minería ilegal que operan en la frontera con el Ecuador, colindante a la región Amazonas.

La real recuperación de las fronteras

Recuperar la frontera exige, en primer lugar, una presencia soberana integral. Esto no se logra solo con destacamentos militares—aunque son cruciales para disuadir a actores armados ilegales—sino con una estrategia civil y participativa. Es necesario desplegar de manera permanente y efectiva instituciones como la Policía Nacional, la SUNAT, el Organismo de Formalización de la Propiedad Informal (COFOPRI), y el Poder Judicial.

El segundo pilar es la inversión social urgente. El Estado debe llegar con servicios que impacten directamente en la calidad de vida: postas médicas equipadas y con personal, colegios bien implementados, y programas de alimentación escolar.

El tercer eje es el desarrollo económico sostenible. Se requiere promover cadenas de valor lícitas que aprovechen el potencial de la biodiversidad amazónica, como el biocomercio, el turismo ecológico y comunitario, y la acuicultura. Esto implica conectar a los productores con mercados, proveer asistencia técnica y garantizar el título de sus tierras para que puedan acceder a créditos formales. La conectividad es una clave para hacer viable este esfuerzo. Invertir en infraestructura de telecomunicaciones y en vías de transporte terrestre y fluvial es fundamental.

Ninguna de estas acciones tendrá éxito sin un compromiso político de alto nivel que trascienda los gobiernos de turno. La defensa de la frontera debe ser una política de Estado, consensuada y con presupuestos, que impida que estos territorios vuelvan a caer en el olvido tras un cambio de administración.

Además, es imperativo un enfoque de seguridad multidimensional. Las Fuerzas Armadas y la Policía deben realizar operaciones conjuntas y coordinadas para desarticular los núcleos criminales, pero siempre acompañadas de una estrategia social.

El caso de Santa Rosa debe servir como una campanada de alerta. Es una muestra de un problema nacional que se repite a lo largo de toda nuestra frontera norte y en la triple frontera con Brasil y Colombia.

La recuperación de las fronteras peruanas es uno de los desafíos estratégicos más importantes para el Perú del siglo XXI. No es un gasto, es la inversión más crucial en seguridad nacional. Se trata de demostrar, con hechos y una presencia tangible, que el Perú no ha abandonado sus fronteras y que la promesa de una ciudadanía plena y protegida por su Estado es una realidad para todos, sin importar qué tan lejano sea el lugar donde hayan nacido y habiten.


[1] “El abandono es total”: exalcalde denuncia ausencia del Estado en Santa Rosa tras convertirse en distrito: https://larepublica.pe/politica/2025/08/06/el-abandono-es-total-exalcalde-denuncia-ausencia-del-estado-en-isla-santa-rosa-tras-convertirse-en-distrito-hnews-peru-colombia-dina-boluarte-gustavo-petro-157200

[2]Perú es el segundo productor de cocaína en el mundo: cultivo de hoja de coca y de clorhidrato aumentan 20% : https://www.infobae.com/peru/2024/06/27/peru-es-el-segundo-productor-de-cocaina-en-el-mundo-cultivo-de-hoja-de-coca-y-de-clorhidrato-aumentan-20/

[3] La triple frontera entre Colombia, Ecuador y Perú ya es la zona fronteriza más conflictiva de la cuenca amazónica: https://es.mongabay.com/2025/08/triple-frontera-colombia-ecuador-peru-conflicto-amazonia

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