De los Andes de Ancash a los Alpes de Suiza

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Thomas Niederberger

Dos caras de la crisis climática: el caso Saúl Lliuya y la catástrofe de Blatten

A finales de mayo, el Tribunal Superior de Justicia de Hamm (Alemania), dictó una sentencia que marca un precedente histórico, en el caso del ciudadano peruano Saúl Luciano Lliuya, de Huaraz, Áncash, en contra de la empresa alemana RWE. Y casi al mismo tiempo, en los Alpes suizos, un glacial se derrumbó y enterró por completo el pueblo de Blatten. Ambos casos fueron reportados ampliamente, pero ¿qué tiene que ver el uno con el otro?

El caso de Saúl Luciano Lliuya data de 2015, cuando el campesino y guía de montaña huaracina llega, con el apoyo de la ONG alemana Germanwatch, a la corte en Alemania. El argumento: la casa de Saúl se encuentra en la zona amenazada por un eventual desborde de la laguna Palcacocha. Esta laguna ha ido creciendo con el acelerado deshielo de los glaciares de la Cordillera Blanca, causado por el calentamiento global. Hay un alto peligro por el posible derrumbe de grandes bloques de hielo que pueden caer en la laguna, lo que causaría una ola gigante que afectaría una zona amplia en la ciudad de Huaraz, con unos 50 mil habitantes. Entre ellos, la familia de Saúl. Este riesgo hace necesario reforzar su casa, lo que tiene un costo, y que debería ser cubierto por quienes han causado este riesgo, es decir, los culpables del calentamiento global.

Así quedo el pueblo de Blatten, en Suiza, tras el aluvión. Imagen: redes sociales

En la lista de los principales culpables del calentamiento mundial, la empresa alemana RWE figura muy arriba. Siendo su negocio la extracción de carbón para la generación de electricidad, se estima que es responsable de casi 0.5% de las emisiones de gases de efecto invernadero desde el inicio de la industrialización. Y opera bajo leyes alemanas, que incluyen, como en la mayoría de los países, una protección de la propiedad privada que prevé el deber de compensar por daños ocasionados a terceros. En conclusión, fue el argumento petitorio, que RWE debería pagarle el 0.5% del costo del refuerzo de la casa de Saúl.

Lo histórico del juicio de Hamm, del 28 de mayo 2025, es que los jueces dieron, en principio, razón a este argumento, y que el caso era admisible ante la justicia en Alemania. Sin embargo, no reconocieron que Saúl Lliuya hubiera demostrado que el riesgo de daños por inundación es lo suficientemente alto para justificar una indemnización financiera. Sin embargo, este no fue el motivo principal, según el protagonista mismo, quien declaró:

“Hoy las montañas han ganado – incluso si mi caso no va más allá, mi demanda ha conseguido algo importante. Esto me enorgullece: los principales responsables de la crisis climática deben asumir la responsabilidad de las consecuencias de sus actos y pueden ser considerados legalmente responsables. Me complace que esta decisión pueda ayudar a los afectados de todo el mundo”

Casi en modo de anuncio, pocas horas antes de la proclamación del juicio en Hamm, un incidente en los Alpes suizos demostró de manera espectacular el peligro cuando montañas y glaciales se desestabilizan. El pueblo de Blatten fue completamente aniquilado debajo del derrumbe de un alud de hielo y roca. En días anteriores, derrumbes de roca habían caído encima del glacial, que, bajo el peso, finalmente perdió su agarre y se fue abajo, con unos 10 millones de metros cúbicos de material. Gracias a que las autoridades habían ordenado la evacuación de la población de 300 personas en días previos, casi todos salvaron la vida (pero una persona sigue desaparecida).

La coincidencia de los dos eventos de Hamm y Blatten fue remarcado por Christian Huggel, profesor de geografía en la Universidad de Zurich, Suiza. Con razón: Huggel fue uno de los expertos glaciólogos que prepararon la argumentación científica para el caso de Saúl Lliuya, y también fue llamado para vigilar el movimiento de la montaña en Blatten. Huggel conoce los glaciales de la Cordillera Blanca ancashina muy de cerca, como se ve en su post sobre el aluvión del 28 de abril, que salió de una laguna del cerro Vallunaraju, en Huaraz, causado justamente por la caída de bloques de hielo del glacial al agua. La laguna es mucho más pequeña que Palcacocha, la del caso de Saúl. No obstante, fue suficientemente fuerte para destruir 15 casas, y cobró la vida de dos personas.

Huaraz y Blatten tienen en común no solamente el impacto del calentamiento global sobre los glaciares y altas montañas. También comparten la urgencia de respuestas en mitigación de riesgos, como la instalación de sistemas de monitoreo y alertas, y la necesidad de entender a fondo cómo funcionen estos procesos de deshielo y derrumbes. La colaboración de investigadores, universidades y organismos como el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM) es clave para ello.

Finalmente, hay que poner en debate también la (in)justicia en la distribución de responsabilidades por las causas, y la disponibilidad de recursos para prevenir y reparar los daños. Es importante y notable el rol de la cooperación internacional en ello, pero no es suficiente. El precedente del caso de Saúl Lliuya abre la perspectiva de hacer pagar a los que más se han beneficiado de quemar el carbono fósil.

Pero hay una aspecto más, que en toda la atención sobre el caso Saúl Lliuya vs. RWE no se ha notado mucho todavía. Y es que Áncash, con su majestosa Cordillera Blanca, no es solamente un ejemplo de particular vulnerabilidad por el calentamiento global. También, es una de las regiones importantes para la extracción de cobre, con Antamina en el rango 7 del Top 10 de las minas más grandes en el mundo de este metal que provee la base para la transición energética. Para hacer una transición energética con justicia, también se tiene que asegurar que las regiones como Áncash se puedan proteger mejor de los desastres que van a venir.

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