Criminales climáticos

Paul E. Maquet

La palabra “cambio” climático es insuficiente para expresar el desastre que estamos viviendo. “Crisis” e incluso “colapso”, si bien son más expresivas sobre la gravedad de los hechos, aún no logran dar cuenta de que se trata de un fenómeno que tiene culpables. En realidad, estamos frente a un crimen climático.

A estas alturas, ya cuesta llevar la cuenta de los desastres absolutamente inéditos que salen en las noticias todos los días. Algunos de ellos son muy visibles, como los mega-incendios en Canadá, Hawai o Grecia, las inundaciones sin precedentes en España, Grecia, Brasil o China, o las sequías inéditas en Uruguay o Panamá. Otros, son invisibles pero también tienen efectos concretos: la pérdida de productividad agrícola, por ejemplo, que viene causando la crisis del limón en el Perú y en general una persistente inflación alimentaria.

Pero ¿acaso todo esto es algo inesperado?

Hace más de 100 años, científicos ya alertaron que quemar combustibles fósiles estaba vinculado al incremento de temperatura en la Tierra. Hace más de 50 años, científicos alertaban que el incremento del CO2 atmosférico causaría el calentamiento de nuestro planeta. Hace más de 30 años se firmó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, hace 25 el Protocolo de Kyoto y hace ocho el Acuerdo de París.

Periódico de 1912 dando cuenta de investigaciones científicas que señalan que el consumo de carbón afectaría el clima global y causaría un incremento de la temperatura. (https://paperspast.natlib.govt.nz/newspapers/ROTWKG19120814.2.56.5)

Y en todo este tiempo, la extracción y la quema de combustibles fósiles han continuado creciendo. El año pasado, el consumo de carbón en el mundo alcanzó los 8300 millones de toneladas, un récord histórico y 3.3% superior al año previo. En junio de este año, la demanda global de petróleo también alcanzó un récord histórico de 103 millones de barriles diarios, por encima del anterior máximo de 2019.

Y no es que las empresas petroleras no sepan lo que está causando su producto o tengan dudas. Está demostrado que Exxon, Schell, Total, BP, Chevron y otras empresas y gremios petroleros sabían perfectamente las consecuencias a largo plazo de la quema de combustibles fósiles. Lo sabemos gracias a la filtración de memorándums internos y otros documentos que datan de los años 50, 70 y 80 del siglo pasado (ver: https://theconversation.com/lo-que-las-grandes-petroleras-sabian-sobre-el-cambio-climatico-en-sus-propias-palabras-181588). Sin embargo, no pusieron por delante el futuro de nuestros hijos e hijas, sino su negocio. Varias empresas petroleras “coordinaron un esfuerzo global para disputar la ciencia climática, bloquear los controles de combustibles fósiles y mantener el flujo de sus productos”, señala el investigador Benjamin Franta.

Han sido los actores interesados los que generaron e introdujeron en el debate público ideas como “es un cambio natural”, “la culpa es de los volcanes” o de “la actividad solar”, o “no podemos arriesgar la economía por las ideas radicales de los ecologistas”, ideas que hasta ahora se utilizan para confundir a la ciudadanía. Estos discursos hacen perder el poco tiempo que queda para tomar decisiones y evitar las peores consecuencias de esta contaminación global.

Sabiendo las consecuencias de lo que hacían, empresarios y políticos lo han seguido haciendo. Han seguido invirtiendo en la extracción de combustibles y han arrastrado los pies para implementar una transición energética que usa tecnologías que existen hace décadas. ¿Quiénes han sido los únicos ganadores de todo ello? En efecto: las empresas de petróleo, gas y carbón. ¿Quiénes somos los perjudicados? Todos los demás, y en especial nuestros hijos y nietos.

Algún día habrá una “comisión de la verdad” climática que establezca claramente qué papel jugó cada uno en esta historia. Y habrá juicios como los de Nuremberg para juzgar a los responsables de este crimen global.

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