Colombia da el ejemplo con la declaratoria de la Amazonía libre de minería e hidrocarburos
En un acto de audacia política y compromiso ecológico, el gobierno de Gustavo Petro ha decretado la prohibición total de actividades de minería e hidrocarburos en toda la Amazonía colombiana. Esta decisión pone a Colombia en el primer país del mundo en declarar la totalidad de su área amazónica como un santuario intangible para la extracción de recursos no renovables. No se trata solo de una medida de política interna; es un parteaguas en políticas públicas ambientales que puede redefinir la relación entre la humanidad y su patrimonio natural.
El pasado 13 de noviembre, durante el Encuentro de ministros de Ambiente de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica -OTCA, que se realizó en la conferencia mundial sobre cambio climático -COP30, Colombia invitó a los países amazónicos a construir una Alianza Amazónica por la Vida, con el objetivo de hacer de la selva un eje de la acción climática, y buscando que se cierre el paso a las actividades extractivas convencionales para avanzar en una transición energética justa y sostenible. En ese marco, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, Irene Vélez Torres, hizo el anuncio de esta medida adoptada por el gobierno colombiano.[1]
La región amazónica colombiana, ocupa más de 483.164 km² del bioma amazónico, equivalentes al 42 % del territorio continental colombiano y al 7 % de toda la Amazonía suramericana. Esta zona es un pulmón verde y una reserva de biodiversidad incalculable. Alberga miles de especies de flora y fauna, muchas endémicas, y es el hogar de numerosos pueblos indígenas cuyas culturas y conocimientos ancestrales están estrechamente vinculados a la selva. La decisión adoptada debe pasar aún por un proceso de consulta previa conforme al derecho constitucional colombiano y al Convenio 169 de la OIT.
Un cambio de paradigma: de la explotación a la conservación
Históricamente, el modelo de desarrollo en América Latina ha estado dominado por la extracción de materias primas: petróleo, minerales, recursos forestales y producción agrícola. La decisión colombiana rompe drásticamente con ese paradigma, al priorizar la integridad del bioma sobre las ganancias económicas a corto plazo. De esta manera Colombia señala que el verdadero valor de la Amazonía está en su capacidad para regular el clima global, albergar vida y culturas, y no en los combustibles fósiles que alberga.
En el escenario internacional, esta decisión coloca a Colombia en la vanguardia. En un momento en que las negociaciones climáticas globales suelen aterrizar en compromisos declarativos, una acción concreta de esta magnitud puede servir de ejemplo a otros estados. Les recuerda a los países industrializados su deuda ecológica e interpela a otros países amazónicos, como Brasil, Perú y Bolivia, a evaluar sus propias políticas y a considerar medidas similares de protección.
La medida del gobierno Petro es, en esencia, un desafío frontal al paradigma del crecimiento económico infinito basado en la explotación de recursos finitos. Demuestra que es posible, y necesario, construir economías alternativas que no dependan de la destrucción ambiental. Este acto de soberanía ambiental redefine lo que significa ser un «país en desarrollo», sugiriendo que el verdadero desarrollo puede medirse por la salud de los ecosistemas y el bienestar de la ciudadanía.
Asimismo, la protección de este ecosistema no es solo una cuestión ecológica, sino también una deuda de justicia social y cultural con sus guardianes originarios, quienes por décadas han visto amenazado su territorio y su modo de vida. Para los pueblos indígenas de la Amazonía colombiana, este decreto puede abrir posibilidades. La prohibición no solo salvaguarda su entorno físico, sino que también puede fortalecer su autonomía y proteger su conocimiento tradicional.
Un precedente para otras regiones del planeta
La importancia de la Amazonía como sumidero de carbono es fundamental para la estabilidad del planeta. La deforestación y la degradación de la selva emiten cantidades masivas de CO2, lo que acelera el calentamiento global. Al blindar esta región de proyectos de gran escala que conducen a la tala y la contaminación, Colombia está realizando una de las contribuciones más efectivas a la mitigación del cambio climático.
La decisión de Colombia sienta un precedente jurídico y político que puede inspirar medidas similares en otros ecosistemas vitales del mundo. La medida prueba que la protección total, aunque es retadora, es posible y abre el camino para que otros países declaren sus reservas naturales esenciales como zonas libres de actividades extractivas.
La prohibición es el primer paso. El verdadero éxito de esta medida dependerá de la capacidad del Estado colombiano para implementarla en un territorio muy amplio y poco accesible. Además, es indispensable desarrollar e invertir en modelos económicos sostenibles para las comunidades locales. La transición justa debe ser una prioridad, creando oportunidades en bioindustria, agroecología y turismo científico que provean sustento digno sin depredar el entorno.
La trascendencia histórica de esta decisión no puede recaer solo sobre los hombros de Colombia. Es un llamado a la acción colectiva. La comunidad internacional, las corporaciones globales y la ciudadanía del mundo tienen la responsabilidad de debatir sobre esta experiencia y apoyar este esfuerzo. La decisión de Colombia es una chispa de esperanza, y debe llamar a abrir la discusión también en el Perú, ya que no debemos olvidar que la Amazonía abarca cerca del 60 por ciento de territorio nacional.
[1] Colombia prohíbe explotación minera y de hidrocarburos en la Amazonía, pero la medida queda en suspenso por falta de consulta previa. En: https://www.infobae.com/colombia/2025/11/15/colombia-prohibe-explotacion-minera-y-de-hidrocarburos-en-la-amazonia-pero-la-medida-queda-en-suspenso-por-falta-de-consulta-previa/
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