¿Cocinar mejor en la sierra peruana para compensar las emisiones de carbono de Suiza?

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Thomas Niederberger

Una vez más, se están reuniendo lideres políticos, expertos y sociedad civil para hablar del problema mas desafiante que enfrenta la humanidad, el cambio climático. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o COP 28, se desarrolla esta vez en Dubái, entre fuertes polémicas sobre la captura del proceso por intereses económicos que buscan desviar la creciente presión para salir de la combustión de hidrocarburos, razón principal del calentamiento global.

Pero en la COP también se discuten procesos que no reciben tanta atención y son difíciles de transmitir por su carácter altamente técnico. Entre ellos, el Artículo 6 del Acuerdo de París, que reconoce la posibilidad de colaboración voluntaria entre las partes y establece principios como la integridad ambiental, la transparencia y una contabilidad sólida, para cualquier esfuerzo de cooperación que implique la transferencia internacional de los resultados de la mitigación. Es aquí donde el Perú juega un rol importante y podrá pronto presentar un hito: la primera transferencia de resultados de mitigación entre países (ITMO, por sus siglas en Inglés: Internationally Transferred Mitigation Outcomes).

La base de este negocio esta definido en el Articulo 6.2 del Acuerdo del París que, a su vez, es el fundamento para el “Acuerdo entre Suiza y Perú para la implementación del Acuerdo de París”, un acuerdo bilateral firmado en 2020, el primero de este tipo en el mundo. Su propósito, de manera sencilla, es que Suiza compense parte de sus emisiones de CO2 a través de la financiación de proyectos de reducción de emisiones en el Perú.

Pero, a diferencia de los numerosos proyectos que producen bonos de carbono en el mercado privado, las transferencias del tipo ITMO son entre naciones, es decir, se reflejan en las respectivas “Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional” (NDC, por su sigla en inglés) de ambos países. Estos son los compromisos que cada país ha hecho en el marco del Acuerdo de París para reducir sus emisiones. Si Suiza ‘compra’ un ITMO producto de un proyecto en Perú, lo podrá contabilizar como reducción para cumplir con sus NDC, mientras que el Perú debe garantizar que no hará lo mismo para sus propios NDC. Para esto, servirá el Registro Nacional de Medidas de Mitigación (RENAMI), que se encuentra en proceso de resolver comentarios recibidos en la consulta del año pasado.

¿Como funciona esto en concreto? Miramos el ejemplo de Tuki Wasi, un programa desarrollado por la empresa social francesa Microsol, que prevé construir 60 mil cocinas mejoradas en la sierra peruana para reducir emisiones de carbono, que se encuentra en la primera fila para producir el primer ITMO. Hasta ha fecha, ya se han entregado mas de 20 mil cocinas en Huánuco, La Libertad y Cajamarca. Las certificaciones de reducción de emisiones están en proceso de revisión, y solamente falta la aprobación de la transferencia por los gobiernos suizo y peruano (una vez implementado el RENAMI). El financiamiento proviene de la Fundación para la Protección del Clima y la Compensación de Carbono (KliK), encargada por los importadores de petróleo de Suiza para cumplir de esta manera con su obligación legal de compensar una parte de los emisiones causadas por la venta de gasolina para vehículos.

CooperAcción ha recibido un encargo para un estudio sobre su implementación, por parte de Caritas Suiza. Esta tarea corresponde a la necesidad, por parte de la sociedad civil en Suiza, de mejor entender y posicionarse ante las implicaciones que tiene este nuevo tipo de comercio y, a la vez, ponerlo al debate en Perú, donde todavía no ha recibido mucha atención.

Los resultados del informe (aún no publicado) demuestran que el propósito principal del programa se cumple: las cocinas mejoradas están siendo instalados y funcionan. El consumo de leña con ellas es hasta el 50% menos, comparado con el fogón abierto. Además, gracias a la chimenea, los ambientes se quedan libres de humo, lo cual es una importante mejora para la salud de las familias. En Huánuco y La Libertad, donde visitamos a algunas de las familias beneficiarias, hemos encontrado mujeres que utilizan las cocinas satisfechas con las mejoras, y equipos locales motivados y bien preparados para implementar el programa.

Queda entonces descartada la sospecha de fraude que se tiene sobre los proyectos de bonos de carbono, casi generalizada a partir de numerosos casos que se han reportado últimamente. Esto no significa que no haya dificultades y dudas, que siempre existen. Sin embargo, podemos constatar que el programa Tuki Wasi tiene una ventaja importante sobre otros programas de cocinas mejoradas que se vienen desarrollando en el país desde los años 2000 por entidades estatales y privadas, por la obligación de demostrar que las cocinas no solamente se instalan, sino que están siendo utilizadas y que de verdad producen las reducciones prometidas. La medida principal que se certifica es bastante sencilla: el uso de leña por kilo (o su equivalente en emisión de CO2), antes y después de la instalación de la cocina. Si la cocina no funciona o no está siendo utilizado, no se debe contabilizar. Entonces, los operadores del programa tienen un fuerte interés de invertir en el acompañamiento, reparar fallas técnicas, y otras mejoras continuas.

Un desafío fundamental que hemos identificado está en el consentimiento previo, libre e informado por parte de las comunidades y las familias beneficiarias. Podemos constatar que existen deficiencias en cumplir con informar de manera adecuada sobre los aspectos técnicos y económicos de la transferencia de los ITMO a nivel local. Hay que reconocer que no es tarea fácil de explicar de manera sencilla de que se trata este mecanismo, y qué tiene que ver la emisión de un conductor de un automóvil en Suiza con la cocina de una señora en la sierra de Huánuco. Sin embargo, al momento de la entrega de la cocina, esta ultima firma un acta que incluye una cláusula sobre exactamente este punto: “el beneficiario reconoce y acepta ceder a Ruru Tarpuy, entidad gestora del Programa Tuki Wasi, la administración y beneficios ambientales generados por el uso de la cocina mejorada; es decir, los bonos de carbono obtenidos mediante la valorización de la cocina mejorada[1].”

Si bien para Tuki Wasi se hacen consultas públicas y reuniones informativas, estas se centran en los aspectos prácticos de las cocinas y el procedimiento para su construcción. La sospecha es que los y las firmantes pueden no haber comprendido a cabalidad el significado de “ceder los beneficios ambientales”, que es la base de todo el negocio que se construye con estas transferencias. Esto trae el riesgo de repercusiones al momento en que las personas quieran saber más: ¿cuánto es el valor de estos beneficios? ¿Cuál es la parte que se invierte en sus cocinas, de materiales humildes, y cuánto se va en los salarios de los y las expertas que producen todo el papeleo necesario para justificar la transferencia?

Tomando en cuenta que Tuki Wasi no se desarrolla en un espacio vacío, sino que existen numerosas otras iniciativas para producir bonos de carbono, algunas de ellas muy cuestionables y hasta fraudulentas, malas experiencias con una pueden fácilmente contagiar a las demás y conducir a un rechazo total contra todas, por el sentir de que una vez más, se está aprovechando la inocencia de la gente humilde para generar ingresos para otros, en un intercambio injusto.

De hecho, el problema de fondo es la misma injusticia de la desigualdad económica en el mundo, reflejado en la desigualdad en las emisiones de carbono. Resulta ser mucho mas barato reducir emisiones en Perú que en Suiza, con medidas sencillas como una cocina mejorada que utiliza menos leña. Pero para que Suiza puede reclamar esto como ‘su logro’ en sus NDC, se hace necesario un proceso altamente técnico para monitorear, reportar y verificar estas reducciones, lo que a su vez hace necesario un proceso complejo en los territorios para informar y asegurar el consentimiento de las personas para que cedan los “beneficios ambientales” de sus cocinas. Todo esto significa que, al final, la fracción del monto invertido en las cocinas mismas se reduce en comparación con la fracción para la parte administrativa. Sería mas económico, y mas justo, si Suiza simplemente financia las cocinas u otros programas por vía de un fondo de mitigación sin pedir contabilizarlo en sus NDCs.

Al final, son los países del norte los emisores de CO2 más importantes, quienes están en deuda con los países del sur global. Y son ellos lo que deben reconsiderar de manera radical sus patrones de consumo exagerados, comenzando ahí donde se generan más emisiones, como los automóviles. Un mecanismo de ‘compensar’ con bonos de carbono, como es la transferencia ITMO, se arriesga a despistar estas prioridades y servir como excusa para no tocar a las vacas sagradas de los consumidores ricos del norte. En este caso, la cocina mejorada de la señora en Huánuco, con todo lo bueno que haga para ella, podría tener un efecto perverso negativo en la reducción de emisiones a nivel global.

Para las organizaciones de la sociedad civil peruana, se abre acá un debate: Ignorar estas cuestiones de fondo y buscar aprovechar la oportunidad de financiar proyectos a través del mecanismo ITMO (y de esta manera remplazar algunos de los fondos de la cooperación internacional que son siempre mas escasos)?  O más bien, ¿tomar una posición crítica e insistir en un intercambio más justo y más basado en las realidades territoriales en las que trabajamos, sobre decisiones consensuadas por las colectividades protagonistas? Es una conversación que hay que buscar justamente con estos últimos, a los que corresponde decidir en ultima instancia.


[1] Acta de entrega de cocinas del programa Tuki Wasi, obtenido de una beneficiaria en Huánuco, junio de 2023.

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