Agua y economía

José De Echave C.

Ahora que formalmente el Ministerio de Economía y Finanzas ha reconocido que estamos en recesión, que quede en claro que cualquier estrategia que apunte a una recuperación sostenida de nuestra economía y que no cruce la variable ambiental, está destinada al fracaso en el corto, mediano y en el largo plazo.

Por lo general, ésta es una de las ausencias más notorias que se observa en las propuestas reactivadoras de los economistas que siguen anclados en el siglo pasado, donde el tema del agua es un buen ejemplo de lo que afirmamos. A continuación, soltamos algunos datos.

Según un informe del Banco Mundial (2023), en el caso del Perú, las brechas de seguridad hídrica, expresadas en restricciones en el suministro de agua, inundaciones, ausencia de saneamiento para la población, representan un costo que va entre 1.3% y 3.5% del PBI cada año.

Además, varios informes[1] coinciden en señalar que la crisis ambiental en la que vivimos, en medio de un acelerado proceso de calentamiento global, van a exacerbar los choques hídricos en el Perú, teniendo como resultado mayor estrés y escasez de agua, lo que a su vez tendrá efectos en todos los sectores productivos: dos quintas partes del Producto Bruto Interno (PBI) son sectores intensivos en agua, como es el caso de la agricultura, manufactura, minería, agricultura, construcción, energía, etc. Medido en puestos de trabajo, 2.4 millones de empleos dependen, precisamente, de estos sectores intensivos en agua.

Los choques hídricos y la interrupción de los servicios de agua pueden paralizar los procesos productivos o aumentar los costos de producción. Recientemente, como consecuencia de la sequía que estamos viviendo desde el año pasado, el sistema eléctrico nacional que depende de lo que generan centrales hidroeléctricas que aprovechan la energía cinética del agua[2], han tenido que recurrir al gas natural y al diésel: en la edición del pasado 17 de octubre de La República, se informaba que la sequía había obligado “a la quema de más del triple de combustibles fósiles para generar la misma electricidad que hace un año». Como consecuencia, los costos de la electricidad han aumentado en un 480% en el mes de septiembre. De hecho, el aporte del agua a la economía del país se incrementa aun más cuando se toma en cuenta el impacto de la energía hidroeléctrica.

Está claro que no habrá crecimiento económico sostenido si no se toman en cuenta las variables ambientales y de manera más precisa, como lo señala el Banco Mundial, el crecimiento del Perú depende del agua, que es un motor fundamental para la mejora de los indicadores económicos y sociales.

Solo entre el 2003 y 2019, el Perú ha pasado por “61,708 emergencias por lluvias intensas, inundaciones, sequías, terremotos y deslizamientos de tierras” (Banco Mundial 2023). Si seguimos haciendo un recuento, eventos climáticos extremos como el Fenómeno El Niño, sequías y El Niño Costero, provocaron graves impactos económicos: Los Fenómenos El Niño de 1982/83 y el de 1997/98, causaron pérdidas equivalentes al 11% y 6% del PBI respectivamente. Las sequías de 1990 y 1992, provocaron pérdidas del 0.14% y 0.7% del PBI, respectivamente y el Niño Costero de 2017 afectó a 2.2 millones de personas, provocando daños económicos del orden de los US$ 3,200 millones, lo que equivale al 1.5% del PBI. Las proyecciones del próximo Niño Global 2023/24, hablan de un impacto del 1% del PBI.

La seguridad hídrica, entendida como “la disponibilidad en cantidad y calidad aceptables de agua para la salud, los medios de subsistencia, los ecosistemas y la producción, junto con un nivel aceptable de riesgos relacionados con el agua para las personas, el medio ambiente y las economías es crucial para el camino del Perú hacia la prosperidad” (Banco Mundial 2023). Por ello es fundamental garantizar los niveles de inversión proyectados que bordearían hasta el 2030 alrededor de US$ 1,300 millones por año.

Por el bien de la economía y de la población se debe implementar un conjunto de estrategias para avanzar en el objetivo de lograr la ansiada seguridad hídrica. En paralelo a la ejecución de los planes de inversión, es clave que se consolide una gobernanza integrada de los bienes hídricos a nivel de todo el territorio nacional y también por cada cuenca. Si no hacemos la tarea, cualquier plan orientado a reactivar la economía está destinado a fracasar.         


* La mayoría de datos que utilizamos en este artículo han sido tomados del informe del Banco Mundial (junio 2023): Perú. Acciones estratégicas para la seguridad hídrica.

[1] Banco Mundial (BM), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). 

[2] La energía hidroeléctrica representa el 57% de la generación de electricidad en el país.

Compartir: