Minería popular o extractivismo popular- Editorial AMP julio 2025
Son varios los ejes de discusión en torno al crecimiento explosivo de la pequeña minería, la artesanal, informal y la abiertamente ilegal. Está claro que la heterogeneidad es una característica central. No es lo mismo la minería aluvial que la filoniana. Tampoco es lo mismo lo que viene ocurriendo en la Amazonía con lo que pasa en las zonas andinas. Incluso, no es lo mismo lo que pasa con la minería filoniana en el norte con lo que viene ocurriendo en el sur del país.
Dentro de la complejidad del tema, es clave terminar de caracterizar lo que viene ocurriendo con este tipo de minería en el país. Una interrogante a resolver es si esta forma de extracción de minerales es simplemente una minería popular o si también responde a una lógica extractivista.
Precisamos los términos: estamos entendiendo por extractivismo a una forma particular de extracción de bienes naturales que se caracteriza por ser exacerbada y que se realiza o se impone de manera violenta, tanto contra las personas como contra la naturaleza. Por lo tanto, con consecuencias socioambientales negativas.
Si seguimos esta definición, lo que estamos viendo en el Perú, en los diferentes estratos mineros, incluido la pequeña minería, la artesanal, informal e ilegal, es extractivismo. Lo que ocurre con la minería aluvial en la Amazonia e incluso en algunos territorios andinos es extractivismo puro y duro. Lo mismo ocurre con varios casos de minería filoniana.
Lo violento de esta extracción se comprueba con varios datos a la mano: el avance de la deforestación en las zonas donde se ha implantado este tipo de minería, sobre todo en la Amazonía; la contaminación de importantes fuentes de agua (ríos, manantiales, cochas); la utilización de equipos prohibidos (dragas, etc.) que en varios casos dañan de manera irreversible importantes ecosistemas; el uso extendido de mercurio y cianuro; la violencia que ejerce en contra de las poblaciones que se oponen a la actividad (ya son 38 defensores ambientales asesinados en los últimos años por las mafias que controlan las actividades ilegales).
Además, en la propuesta de nuevo marco legal que se pretende aprobar y que es impulsada por las centrales de mineros, en alianza con bancadas del Congreso de la República, se mantiene la lógica de extracción exacerbada y violenta. Por ejemplo, se plantea que se haga minería en zonas de amortiguamiento e, incluso, en zonas de bosques primarios; se pretende levantar la suspensión de petitorios mineros en el departamento de Madre de Dios; no se acepta que se coloquen plazos ni metas para la eliminación del uso del mercurio y el cianuro; se disminuye la rigurosidad de los instrumentos de gestión ambiental; entre otras propuestas que tienen una lógica extractivista.
El país necesita una pequeña minería y minería artesanal consolidada. Sin embargo, este tipo de actividad debe adecuarse a estándares que permitan controlar sus impactos. Una minería con rostro popular y muchas veces comunal, no puede convertirse en una versión extendida del modelo extractivista violento que se ha implantado en el país. Por lo tanto, en el debate, debemos tener la capacidad de distinguir las agendas legítimas de las ilegítimas de los actores vinculados a esta actividad.
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