Lima vulnerable: el día después del sismo y el fantasma de los relaves

El sismo de magnitud 6.1 ocurrido el pasado domingo 16 de junio reactivó temores largamente postergados en Lima: la amenaza constante de un gran terremoto, el alto nivel de vulnerabilidad urbana y el riesgo ambiental que representan los relaves mineros en la cuenca del río Rímac. ¿Qué tan preparados estamos? ¿Qué se está haciendo —o dejando de hacer— para prevenir un desastre mayor?
En la más reciente edición de La Hora Verde, el programa de CooperAcción reunió a Olga Lozano (vicepresidenta de PREDES) y Edwin Alejandro (coordinador del área socioambiental de Red Muqui), quienes ofrecieron un diagnóstico crítico sobre la situación actual de Lima y Callao ante un eventual sismo de gran magnitud, alertando sobre la debilidad institucional, la expansión urbana desordenada y el abandono de pasivos mineros en zonas de riesgo.
Olga Lozano subrayó que, si bien el país cuenta con políticas y planes de gestión del riesgo, su implementación es muy débil, especialmente a nivel local. Advirtió que más del 70% de viviendas en Lima son producto de la autoconstrucción y que muchas están ubicadas en zonas de alto peligro, como quebradas, laderas o riberas del río. “No es que la gente quiera vivir ahí. Es que no hay una política social de vivienda que ofrezca alternativas seguras”, explicó. Lozano insistió en la urgencia de implementar programas de mejoramiento de viviendas, asistencia técnica gratuita desde gobiernos locales y universidades, y un mayor control urbano para evitar que se siga construyendo en zonas peligrosas.
Desde la dimensión ambiental, Edwin Alejandro advirtió sobre el riesgo que representan los más de 380 pasivos ambientales identificados en la cuenca del río Rímac, muchos de ellos relaves mineros expuestos a colapsar en caso de un sismo fuerte. El caso más crítico, explicó, es Tamboraque, un depósito de relaves ubicado peligrosamente cerca al cauce del río, cuya estabilidad ya ha sido cuestionada desde hace años. “Si un evento sísmico fuerte lo afecta, los relaves caerían directamente al río que abastece a Lima. Y Tamboraque no es el único: también están Millotingo, Chinchán y Huampar, este último ya generó un desastre en 2022”, alertó.
Ambos especialistas coincidieron en que la falta de ordenamiento territorial agrava la situación: se sigue permitiendo la expansión urbana en zonas frágiles, mientras se debilita la fiscalización ambiental y se postergan medidas urgentes de remediación. Olga Lozano señaló que, pese a contar con diagnósticos claros, muchas autoridades no aplican planes de gestión del riesgo y se prioriza la “reactividad” sobre la prevención. “No se puede seguir esperando a que ocurra una tragedia para actuar”, afirmó. Por su parte, Edwin Alejandro propuso declarar la cuenca del Rímac en emergencia ambiental y fortalecer el rol de OEFA, ANA y las comunidades organizadas como monitores ambientales.
La Hora Verde dejó en claro que, frente a un escenario de riesgo múltiple —sísmico, hídrico y ambiental—, Lima necesita políticas urgentes, inversión sostenida y voluntad política para no seguir construyendo sobre una bomba de tiempo.
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