El impacto de la minería ilegal para la conservación de especies amazónicas en Loreto

Por Julia Minners

La fiebre del oro en la Amazonía viene causando graves impactos, tanto en términos sociales como ecológicos. La minería ilegal ya no se concentra únicamente en Madre de Dios, sin duda el caso más conocido y una verdadera tragedia ambiental, sino que viene creciendo también en otras regiones como Loreto y Amazonas.

Para conocer mejor sobre los impactos de esta actividad ilegal, realizamos una entrevista con el biólogo Juan Sánchez Babilonia, especialista del Centro de Rescate Amazónico (CREA). El CREA se ubica en Iquitos y se dedica a la conservación de especies. Sus ejes claves son el rescate, la rehabilitación y la subsecuente liberación de animales amazónicos. La especie de enfoque es el manatí amazónico, seguida por otros mamíferos acuáticos como nutrias y delfines de agua dulce. Aparte de eso, el CREA cuida también de otras especies de fauna silvestre como aves y monos. La educación ambiental comunitaria, antes de liberar a los animales cerca de una comunidad, y el ecoturismo con viajeros nacionales e internacionales, también están entre las actividades diarias del centro. Éstas son consideradas claves para frenar al tráfico ilegal de especies y apuntan a una interacción sostenible con la riqueza natural de la Amazonía.

La minería ilegal en la zona, que predominantemente es aurífera, trae consigo impactos ambientales críticos por la inserción de metales pesados como el mercurio a las aguas superficiales de ríos y lagos y también al agua subterránea. Por consiguiente, los organismos de los mamíferos acuáticos se ven afectados primero por niveles de alta toxicidad, y segundo por la persistente bioacumulación de metales pesados, es decir una creciente concentración de tóxicos presentes al subir la cadena alimentaria, por ejemplo de algas a crustáceos a peces. “El tiempo de vida va a disminuir, inclusive afecta algunas dinámicas poblacionales de algunas especies y por tanto a la estructura y la función del ecosistema”, afirma Sánchez. Es más, el monitoreo del número de la población de delfines puede ayudar a determinar el estado de los ecosistemas locales en la Amazonía y su respectiva degradación[1]. A nivel anatómico, los metales pesados afectan tanto al sistema nervioso central como a los riñones de ciertas especies amazónicas. Cabe destacar que la absorción de metales pesados por las plantas acuáticas, siendo fuente principal de alimento del manatí, impacta directamente a su organismo y por ende a las personas de comunidades locales que consumen carne de manatí. “Una zona donde hay minería ilegal no se podría considerar, por ejemplo, una zona de liberación de especies de fauna. Sería comprometer a los animales porque existiría esta actividad y tampoco se podría impulsar repoblamiento de estas especies en estas áreas”, nos explicó Sánchez.

Más allá de la contaminación, la alteración de los cauces de los ríos resulta en cambios de la vegetación acuática y perturbaciones de etapas tan fundamentales del ciclo de vida como el desove que se orientan en las épocas de creciente y vaciante de la Amazonía. Aparte de la confusión estacional, cambios en los cursos de los ríos por la minería ilegal o por la construcción de hidrovías o represas hidroeléctricas pueden poner en peligro a la fauna: el peligro proviene de la disminución del hábitat, en particular de los espacios de reproducción, alimentación y refugio[2]. Además, las aguas estancadas generadas por estas intervenciones humanas en la naturaleza conllevan enfermedades para los organismos. Asimismo, las rutas habituales de las especies migratorias como los manatíes se interrumpen al crear barreras artificiales, lo que puede tener consecuencias fatales para el conjunto del ecosistema amazónico.

El biólogo enumera otros impactos negativos de tipo social de la minería ilegal entre ellos el alcoholismo, la delincuencia, la focalización en el dinero, actos de violencia contra defensores del medioambiente y amenazas contra turistas.

Sánchez explica que la pandemia del Covid-19 ha tenido una influencia ambigua para la conservación. Por un lado los ecosistemas se pudieron recuperar, por ejemplo, “las poblaciones de algunas aves se han incrementado”. Por otro lado, el número de dragas de la minería ilegal en la Amazonía ha experimentado un aumento sin precedentes durante este estado de emergencia sanitaria.

Finalmente, para obtener una visión hacia el futuro le pregunté a Sánchez qué alternativas al extractivismo de la minería ilegal tuvieran potencial en la región. En su respuesta, el biólogo sostuvo que para lograr un desarrollo sostenible de la Amazonía se requerirían más centros de cría o rescate para atender a todos los animales. Sugiere que los centros podrían ser parcialmente financiados por fondos internacionales. El turismo responsable que incluye a las comunidades ofrece también un empleo alternativo y sostenible. Se considera además esencial introducir planes de manejo para el aprovechamiento de recursos naturales como el paiche y la tortuga taricaya y multiplicar los esfuerzos de educación ambiental.

Desde CooperAcción agradecemos al Centro de Rescate Amazónico, en especial a Juan Sánchez Babilonia por proporcionarnos su mirada de la situación de la minería ilegal en la Amazonía, y a Jim Ruiz Pezo por hacer posible la entrevista.

[1]Trujillo-González, F.; Mosquera-Guerra, F.; Franco, N. (2019): River dolphins: Species that indicate the state of health of the aquatic ecosystems of the Amazon and Orinoco regions. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales [online], 43:167, 199-211.
[2]Velásquez Zapata, G.Y. (2020): Problemas medioambientales de la minería aurífera ilegal
en Madre de Dios (Perú). Observatorio Medioambiental, 23, 229-241.

28 de mayo de 2021

Compartir: