Los continuos cambios del proyecto minero Las Bambas y la debilidad del sistema de evaluación de impacto ambiental

Por Ana Leyva

El proyecto minero Las Bambas cuenta con 12 instrumentos de gestión ambiental aprobados: un (01) Estudio de Impacto Ambiental detallado,  tres (03) modificaciones de Estudio de Impacto Ambiental Detallado, cinco (05) informes técnicos sustentarios (ITS), una (01) Memoria Técnica Detallada, un (01) Plan de Cierre de Minas y una (01) Actualización de Plan de Cierre de Mina.  La última noticia que tenemos es que en febrero se ha presentado el décimo tercero (13) instrumento de gestión ambiental que espera su aprobación. Se trata del sexto (6) ITS. Esta cantidad de instrumentos expresa los múltiples cambios que ha experimentado el proyecto.

Imagen: Gestión

Si miramos hacia atrás vemos que la tercera modificatoria se aprobó en enero de 2019. Es decir, apenas aprobada la tercera modificatoria del EIA se plantea nuevos cambios, que luego es muy probable que continúen. Cabe precisar, que la tercera modificatoria del EIA se comenzó a elaborar  en enero de 2017 antes que se presentara el quinto ITS, el mismo que fue presentado en junio de  2017.  Algo parecido ocurrió con los otros ITS y con las modificatorias del EIA: la primera modificatoria se presentó en abril de 2013, en julio de 2013 se presentó el primer ITS y  en diciembre de ese mismo año el segundo. En marzo de 2014, solo tres meses después, se presentó la segunda modificatoria del EIA; en enero del 2015 se presentó el  tercer ITS y en diciembre de ese mismo año el cuarto.

La pregunta que surge ante tantas modificaciones en períodos tan cortos de tiempo es  qué está pasando con la operación minera. ¿Por qué se fragmentan los cambios? Se supone que un proyecto de gran minería, por sus elevados costos y la necesidad de asegurar financiamiento tiene que planificar con tiempo sus acciones. Lo lógico sería que modificaciones tan próximas estuvieran en un solo instrumento de gestión. ¿Por qué dispersarlos? Hay cambios que se dan en cadena, es decir. Los cambios en un componente origina el cambio en otro, por lo que es necesario mirarlos en conjunto para identificar los impactos sinérgicos y acumulativos.

Cuando los cambios se dispersan es muy difícil tener esa mirada de conjunto. Por ejemplo el primer ITS movió las plantas de molibdeno y de filtros de Cusco a Apurímac, y la segunda modificatoria del EIA cambia el medio de transporte de mineroducto  a la carretera. Igualmente, con el quinto ITS se amplía la capacidad de la planta procesadora y con la tercera modificatoria del EIA se modifica el tajo Ferrobamba y  las instalaciones de almacenamiento de concentrados. Estos cambios al estar íntimamente relacionados debieron abordarse en conjunto.

Además, la existencia de tantos instrumentos sobrecargan al evaluador  pues tiene que revisar más expedientes y también al fiscalizador porque tiene que revisar todos los instrumentos aprobados para saber si el titular del proyecto viene cumpliendo con sus obligaciones y compromisos. Pero además, hace imposible que la población pueda estar informada y participar en los procedimientos de evaluación y vigilancia. Es muy difícil  que los ciudadanos puedan seguir tantos y tan frecuentes cambios. Para cada expediente se tendría que contratar a un especialista que los asesore y tendrían que pasarse buena parte de su tiempo intentando participar en esos procedimientos.

A esto se suma que la mayoría de modificaciones, como hemos podido apreciar, se están tramitando por ITS, un instrumento con menor exigencia que una modificatoria de EIA. El ITS tiene un procedimiento de aprobación muy rápido (15 días hábiles) y fue creado el 2013 para promover y facilitar los procesos de aprobación de las inversiones.

Este instrumento se ha desnaturalizado; de haber sido pensado para facilitar cambios menores, ahora se puede realizar cualquier cambio con él: se puede modificar por ejemplo el tajo o el depósito de relaves, componentes cuya modificación pueden ocasionar impactos negativos significativos.

El nuevo ITS presentado para modificar el EIA de Las Bambas, nos recuerda la debilidad  mayor en la que se encuentra el sistema de evaluación de impacto ambiental. Los cambios tan frecuentes que puede experimentar una unidad productiva, utilizando procedimientos rápidos de aprobación, están haciendo que se afecte el carácter preventivo que debería tener este sistema, para precisamente permitir predecir daños o amenazas y adoptar las medidas necesarias para evitarlas. Lo más lamentable es que desde el año 2013 no ha habido en el país ninguna discusión seria que cuestione lo que viene sucediendo.

20 de marzo de 2019

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