La disputa en la frontera y la Amazonía en crisis: lo que deja la Cumbre de la OTCA en Bogotá

La Amazonía atraviesa uno de sus momentos más críticos. El bioma más importante de Sudamérica se acerca a un punto de no retorno mientras las amenazas del extractivismo, las economías ilegales y el cambio climático avanzan sin freno. En este escenario, los países de la cuenca amazónica se reunieron en Bogotá en el marco de la V Cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), con la promesa de reactivar los acuerdos de la Declaración de Belén de 2023. Sin embargo, tensiones diplomáticas —como el diferendo entre Perú y Colombia por la isla Santa Rosa— y la falta de compromiso político real pusieron en duda los avances.
En la más reciente edición de La Hora Verde, Natalia Arbeláez, abogada y periodista del medio independiente La Silla Vacía (Colombia), y Eduardo Pichilingue, coordinador de la Alianza Cuencas Sagradas, analizaron el contexto y los retos de esta cumbre. Ambos coincidieron en que, mientras los gobiernos priorizan intereses económicos y disputas de soberanía, los pueblos indígenas siguen siendo excluidos de los espacios de decisión, a pesar de ser los principales defensores de los territorios amazónicos.
Desde Colombia, Arbeláez destacó que el encuentro de Bogotá debía dar continuidad a los acuerdos de Belén, pero llega con señales de debilitamiento: “La OTCA ha sido históricamente una institución burocrática y sin mayores resultados. Esta cumbre debería marcar un derrotero hacia una participación real de los pueblos indígenas y hacia una política regional frente a la crisis climática, pero aún no es claro que suceda”, señaló. Subrayó además la urgencia de consolidar un mecanismo de participación indígena dentro de la organización, que garantice presencia paritaria en los procesos de decisión.
Por su parte, Pichilingue advirtió que la expansión de los proyectos hidrocarburíferos en el Perú y la Amazonía ecuatoriana contraviene la urgencia de avanzar hacia una transición energética justa. “En lugar de dejar los combustibles fósiles, los gobiernos están dando un nuevo impulso al petróleo y al gas. Esto no solo retrasa la transición, sino que pone en riesgo a los pueblos indígenas de la Amazonía norte del Perú, cuyos territorios están siendo amenazados por nuevos lotes petroleros”, indicó. También alertó que la pérdida acumulada de bosques amazónicos ya alcanza los 88 millones de hectáreas, un área casi del tamaño de Venezuela, lo que agrava el colapso climático.
Otro eje de debate fue la disputa por la isla Santa Rosa, en la triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil. Para Arbeláez, más allá de la pugna diplomática, este caso revela la fragilidad de los límites en ecosistemas vivos como el río Amazonas y la necesidad de pensar en regiones transfronterizas con administración compartida. “Las comunidades que habitan en Leticia, Tabatinga y Santa Rosa no se reconocen bajo fronteras rígidas. Son pueblos trinacionales que comparten familia, cultura y territorio”, remarcó.
Los panelistas coincidieron en que los avances de la OTCA siguen siendo lentos y que la ausencia de varios presidentes en la cumbre refleja la poca prioridad que se le da a la Amazonía. Sin embargo, insistieron en que la presión de las organizaciones indígenas y de la sociedad civil es clave para exigir compromisos concretos de cara a la próxima COP30 en Brasil.
La Hora Verde dejó en claro que la defensa de la Amazonía es hoy una urgencia global. Sin gobernanza indígena, sin transición energética real y sin freno a las economías ilegales, cualquier declaración corre el riesgo de ser letra muerta.
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