¿Privatizar PetroPerú?

Paul E. Maquet

Una vez más, la agenda nacional está dominada por la situación de la empresa estatal de petróleos, Petroperú. Una vez más, arrecia la campaña de sectores políticos que buscan la privatización y se muestran cifras que hablan de la insostenibilidad financiera de la empresa. Una vez más, los sectores contrarios a la privatización encienden todas las señales de alerta y señalan que es una empresa estratégica y una cuestión de soberanía nacional.

Una vez más, el gran parteaguas es la privatización.

Pero esa historia está incompleta. En un mundo que está literalmente en llamas por culpa de la quema de petróleo, reducir la discusión sobre Petroperú a la gestión estatal o privada es quedarse en una discusión de hace 50 años. Hoy la agenda es otra: cómo hacer para salir del petróleo, cuál es el plan para poner fin a la dependencia suicida que la humanidad se ha generado respecto de los combustibles fósiles.

Si la gestión es privada o pública por supuesto que es un asunto que puede formar parte del debate, pero dentro de ese marco. Privado o público, el petróleo es un problema, no un recurso estratégico. Lo único realmente estratégico respecto al petróleo es tener una ruta clara para la reducción progresiva de su explotación, hasta lograr las cero emisiones de carbono netas lo antes posible, para tratar de detener las peores consecuencias de la crisis climática.

Ese es el único marco general en el que se puede hablar de petróleo hoy en día, al menos si uno entiende lo que dice la ciencia. Por ello, la última cumbre climática tuvo que acordar iniciar el proceso para “abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando las medidas en este decenio crítico, a fin de lograr la reducción neta a cero para 2050, de conformidad con los conocimientos científicos” (acuerdo de la COP 28, diciembre de 2023).

En ese marco, se puede discutir si una empresa estatal puede ser un actor estratégico para promover la transición hacia energías sin emisiones. Yo pienso que sí, y por eso he propuesto antes que Petroperú debería transformarse en Energías Perú y liderar un plan nacional de transición energética centrado en el interés público, lo que incluye un plan para el progresivo cierre de pozos y abandono de la exploración, y una progresiva inversión en energías renovables. De hecho es lo que están haciendo las petroleras en otros países, como Total o BP, y hasta los jeques petroleros de Arabia Saudita están invirtiendo de manera ambiciosa en energías renovables.

Algunos dicen que para el Perú eso no es una prioridad porque producimos poco petróleo y por lo tanto somos menos responsables del problema de la crisis climática. Y eso es verdad, pero justamente porque producimos poco petróleo y somos en realidad importadores netos, es que es aún más estratégico para nosotros enfocarnos en la transición hacia otras fuentes de energía. Eso sí es algo que realmente fortalecerá nuestra soberanía nacional.

Lamentablemente, en el Perú la discusión de transición energética aún está verde. Para tirios y troyanos, para privatistas y nacionalistas, la discusión sigue girando en torno a cómo recuperar los niveles de producción de décadas anteriores o cómo aumentar la exploración petrolera en nuevas áreas, inclusive ampliando la frontera extractiva en la Amazonía y en nuestro mar. Desde un lado y desde otro, la discusión sobre Petroperú se enfoca en cuál es la mejor manera de continuar produciendo petróleo.

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