Los vendedores de cebo de culebra, la minería informal y la ilegal

José De Echave C.
Imagen: El Comercio

En la última semana han salido los acostumbrados “expertos” para hablar de soluciones mágicas para hacer frente a la minería informal y la abiertamente ilegal. En muchas de las afirmaciones, la improvisación de estos “expertos” linda con la irresponsabilidad. Dicen cualquier cosa y, además, tienen tribuna en los medios de comunicación.

“Hay que facilitar la formalización a los mineros”, dice un excandidato presidencial, conocido por ser un vendedor de cebo de culebra a nivel internacional. Otro despistado exministro de Economía, ha dicho que hay que formalizarlos para que paguen impuestos.

¿Esas son las soluciones? ¿Así de fácil? Si alguien dice que hay que dar mayores facilidades para que se formalicen los mineros, la pregunta que sigue y que debería responder es a cuántos. ¿A cuántos pretenden formalizar? ¿A 10 mil, 50 mil? O quizás, 100 o 200 mil. ¿Más? ¿Hay una cifra límite? ¿Se han puesto a pensar si hay espacio para formalizar a todos los mineros informales? ¿El país y los ecosistemas donde está implantada esta actividad resisten cualquier número?

Seamos serios. Todavía no se está reconociendo la dimensión del fenómeno que enfrentamos cuando hablamos de minería informal o abiertamente ilegal. Para comenzar, se dejan de lado variables claves que explican la magnitud alcanzada por esta actividad, sobre todo la aurífera. A continuación, vamos a tocar solo un par de estas variables.

Una primera tiene que ver con la actual cotización de oro. Vean el siguiente gráfico, identifiquemos algunas cifras y saquemos algunas conclusiones.

A comienzos del siglo XXI, la cotización del oro era de US$ 274 la onza (Oz). Luego vino el período del súper ciclo de precios de los minerales (2003-2012) y, para beneplácito de los productores de oro de todo tipo, la cotización alcanzó, en su mejor momento, los US$ 1,800 Oz. En la pre pandemia estuvo alrededor de los US$ 1,200 Oz y, en los últimos cuatro años se volvió a disparar y en varios momentos ha estado superando los US$ 2,200 Oz. 

Por lo tanto, los precios actuales del oro no tienen parangón y, sea una actividad a gran escala, mediana, pequeña, minería informal o ilegal, los niveles de rentabilidad que está teniendo son enormes. No hay actividad que pueda competir. Alrededor de la minería informal e ilegal, está habiendo un proceso de acumulación nunca antes visto. Ese poder económico también se traduce en influencia política, como lo vemos actualmente en el Congreso de la República (aunque no únicamente).

Esto explica, en gran medida, su expansión explosiva: si a comienzos de siglo, en el Perú se hablaba principalmente de cuatro zonas con actividad minera informal (Puno, Madre de Dios, el sur medio y la sierra de La Libertad), en la actualidad este tipo de minería está presente prácticamente en la mayoría de departamentos del país.

Otra variable clave que no se debe perder de vista tiene que ver con la generación de puestos de trabajo. La minería informal e ilegal, a diferencia de la gran y mediana minería, es una actividad intensiva en el uso de mano de obra: mientras que en la minería formal (grande y mediana) las cifras oficiales hablan de aproximadamente 230 mil trabajadores, se calcula que en la minería informal/ilegal podría llegar a ser casi el doble. Pese a que lo que se genera es un trabajo extremadamente precario, el gran contingente de personas que labora en este sector tiene un impacto en la dinámica económica de las localidades donde se implanta. Por ejemplo, la economía de Madre de Dios depende de este tipo de minería. Además, desde hace un tiempo se comienza a ver a este contingente de personas como una base social que varios partidos políticos pretenden disputar.

Lo primero que hay que reconocer a estas alturas es que no hay soluciones sencillas. El que afirme lo contrario no tiene idea del problema o está subestimando la situación. Desde CooperAccion hemos planteado algunas propuestas que podrían ser algunos primeros pasos para hacer frente a la actual situación de emergencia y enfrentar un desborde sin control.

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