Un Niño que nos sofoca

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Dionel Martínez

Son las doce del mediodía del 05 de febrero de 2024 y aquí en Comas, con un calor sofocante, reviso los reportes del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI). Observo que, durante varios días consecutivos, los distritos de Lima Norte (Ancón, Puente Piedra y Carabayllo) registran temperaturas récord que alcanzan los 35 grados celsius de sensación de calor en las horas diurnas. No quedan dudas: El Niño costero nos acompaña con una prolongada ola de calor que se extenderá en febrero, de acuerdo con el Estudio Nacional del Fenómeno de “El Niño” (ENFEN, 26 de enero de 2024[1]).

Nota. Mapa del Perú que muestra las altas temperaturas alcanzadas en varias localidades de la costa y la Amazonía el día 06 de febrero (Senamhi [@senamhiperu], 07 de febrero de 2024).

Cuando hablamos de El Niño costero en el Perú, solemos vincularlo inmediatamente con precipitaciones torrenciales que generan una serie de situaciones desastrosas. Sin embargo, pocas veces lo asociamos con otros eventos extremos, como las olas de calor, que, en lo que va del verano, nos están generando más de un malestar y empiezan a ser identificadas -aunque tardíamente- como un problema de salud pública que afecta, principalmente, a las personas más vulnerables. En otras partes del mundo, como Europa, se ha estimado que durante el verano del 2022 el calor causó 60 000 muertes, según cálculos por exceso de defunciones (Salud con Lupa[2], 2024).

Lamentablemente, no estamos frente a un evento aislado o extraordinario. En situaciones de ocurrencia de El Niño es muy probable que las olas de calor se prolonguen de manera potenciada[3] y, en un contexto de cambio climático, serán cada vez más frecuentes. Por otro lado, como es costumbre en el Perú, El Niño costero y los eventos extremos nos encuentran desprevenidos. Las acciones para crear resiliencia a los efectos adversos de las olas de calor debieron iniciarse hace varias décadas con la planificación espacial de nuestras ciudades. En concreto, debió ser imperativo destinar espacios generosos para la plantación de miles de árboles, que en la actualidad se encargarían de apaciguar las altas temperaturas que nos sofocan. Según ONU Hábitat (2019), los árboles urbanos brindan diversos servicios ecosistémicos, enfriando las temperaturas entre dos y ocho grados centígrados.

Lastimosamente, poco o nada se ha hecho históricamente por dotar a las ciudades con “escudos” protectores (árboles) para los efectos dañinos de las olas de calor. Contrariamente al criterio lógico de incrementar las áreas verdes, las autoridades gubernamentales, en las dos últimas décadas, se han dedicado a desaparecerlas o plantear proyectos que priorizan el sembrado de fierro y cemento. Dos casos concretos ilustran esta contradictoria situación. En Lima Norte, donde hoy en día se registran las más altas temperaturas de la ciudad, las gestiones municipales de Luis Castañeda y Jorge Muñoz, entre los años 2009 y 2021, desaparecieron aproximadamente treinta mil árboles para la construcción del Corredor Metropolitano, recortando incluso de manera ilegal el gran Parque Zonal Sinchi Roca[4]. Acción similar se pretende concretar en la ciudad de Piura, donde las temperaturas máximas se aproximan a los 35 °C y su actual alcalde, Gabriel Madrid, aspira a abarrotar de concreto el gran Parque Néstor Martos -el cual contiene gran cantidad de algarrobos desde hace varias décadas- a fin de construir un circuito de las aguas[5] en una ciudad caracterizada por el estrés hídrico.

Finalmente, en tiempos tan complicados donde El Niño es cada vez más impredecible y los eventos extremos del cambio climático los padecemos con mayor frecuencia, los ciudadanos de a pie no solo debemos protegernos de las olas de calor con nuestros propios medios, sino que además nos vemos obligados a organizarnos para defender el bien común. Pues, así como en Lima y Piura nos quieren arrebatar los árboles, los oscuros intereses políticos del Congreso quieren hacer lo mismo con la Amazonía a través de la ley “antiforestal”. Frente a ello y al conjunto de amenazas que se ciernen sobre el bien común, urge una respuesta con organización y unidad, por el hoy y la vida futura.


[1] Estudio Nacional del Fenómeno de “El Niño”, ENFEN [@enfenperu](2024, 26 de enero de). #ENFEN mantiene la “Alerta de El Niño costero”. El evento continuaría hasta fines de verano, al igual que las condiciones cálidas débiles [imagen adjunta][Twit]. X. https://x.com/enfenperu/status/1751002868696433111?s=20

[2] Tovar, Alicia (2024, 22 de enero). Vivimos olas de calor hasta 17 veces más largas que antes por El Niño. Salud con Lupa. https://saludconlupa.com/noticias/vivimos-olas-de-calor-hasta-17-veces-mas-largas-que-antes-por-el-nino/

[3] El 8 de noviembre de 2023, el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), declaró que las olas de calor y otros eventos extremos se verían potenciados por la ocurrencia de El Niño. Ver la nota en National Geographic (2023, 09 de noviembre), “Olas de calor, temperaturas récord y El Niño: advertencias sobre el cambio climático”. Medio Ambiente. https://www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2023/11/olas-de-calor-temperaturas-record-y-el-nino-advertencias-sobre-el-cambio-climatico

[4] Martínez, Dionel [@DionelMarC] (2024, 18 de enero). En el aniversario de Lima viene bien recordar cómo históricamente las gestiones municipales, sin excepción, han vulnerado el derecho al ambiente de miles de ciudadanos comeños y de Lima Norte, con la desaparición de cerca de 30 mil árboles (26 hectáreas prox.). Es escandaloso [hilo de X]. X. https://x.com/DionelMarC/status/1748015136206463405?s=20

[5] Para más información, véase Salazar, Mela (2024, 11 de enero). Un parque de las aguas sin valor público. Norte Sostenible. https://nortesostenible.com/un-parque-de-las-aguas-sin-valor-publico/

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