El multilateralismo tributario

José De Echave

En tiempos de pandemia y crisis global, cada vez son más las voces que apuntan a pensar en propuestas articuladas para combatir varios flagelos que no son novedad y ya estaban identificados previamente: uno de ellos es el fraude fiscal internacional y la consecuente erosión de las bases imponibles que perjudican gravemente a los países y que se sostienen en una diversidad de herramientas que utilizan los evasores a nivel global.

Imagen: CV noticias

Frente a ello, la respuesta viene siendo el multilateralismo tributario. ¿Qué es en sencillo el multilateralismo tributario? Se puede resumir como un conjunto de iniciativas que lo que buscan es combatir con nuevos instrumentos, la evasión y la elusión tributaria que implementan las grandes corporaciones, práctica que, dicho sea de paso, es emulada de manera creciente por diferentes actores, sobre todo de los países emergentes. Esto significa comenzar a jaquear las prácticas de no tributación a nivel global y también a los denominados paraísos fiscales, verdaderos reinos de la impunidad de evasores de todo tipo y tamaño.

Ya se han puesto en marcha algunos instrumentos, como el plan BEPS de la OCDE[1] o la iniciativa BICCIS de la Unión Europea[2] y todo indica que se sigue pensando en generar otros mecanismos complementarios para que el progreso de este tipo de iniciativas no sea tan lento y contrarresten de manera efectiva el fraude fiscal.

Por ejemplo, en un reciente artículo, publicado por The Economist, se señalaba que, en un discurso ante el Consejo de Chicago sobre Asuntos Mundiales,  la Secretaria del Tesoro y ex presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, pidió a los países consensuar una tasa mínima de un impuesto global a las grandes empresas. Lo que queda claro es que nunca antes como ahora y en medio de la peor crisis sanitaria global y también económica, se plantea como necesidad combatir con nuevos instrumentos a los evasores tributarios a nivel global.

Pero, de manera complementaria, también los llamados hacia una tributación  progresiva no cesan en el actual contexto de pandemia y vienen de actores diversos e  impensados hasta hace poco, sobre todo para los sectores conservadores en este campo, que se siguen aferrando a la ortodoxia para mantener sus privilegios. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional lo acaba de anunciar a través de diferentes voceros: “Los Gobiernos deben tomar medidas para mejorar el cumplimiento tributario, y evaluar la aplicación de impuestos más altos para los grupos más acaudalados y las empresas más rentables”, ha reclamado Vitor Gaspar,  director del Departamento de Finanzas Públicas de este organismo.

En la misma línea, la directora del FMI, Kristalina Georgieva, ha pedido que los países apuesten por “adaptar el sistema fiscal al mundo del siglo XXI y hacerlo más equitativo”, que los impuestos deben ser más progresivos y que las grandes empresas y los que más tienen,deben pagar “lo justo” en un contexto de merma generalizada de los ingresos públicos.En el mismo sentido acaba de declarar el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres: “insto a los Gobiernos del mundo a aplicar un impuesto a los más ricos para afrontar la crisis económica global suscitada por la pandemia de la Covid-19”.

Lo cierto es que cada crisis provoca nuevos escenarios que construyen salidas inéditas. Todo indica que en el campo tributario se va construyendo un cierto consenso y se reconoce que se necesitan cambios sustantivos y políticas más audaces que apunten a consolidar un multilateralismo tributario que permita combatir de manera eficiente el fraude fiscal. Por supuesto que este tipo de anuncios pone los pelos de punta a los grandes evasores de todo el planeta y a toda la institucionalidad montada a nivel global, que se conecta sobre todo en los paraísos fiscales.

¿Estos temas han aparecido en el debate electoral en la primera vuelta en el Perú? Muy poco y,lamentablemente,han sido mencionados de manera intermitente: la candidata Verónika Mendoza ha sido la única que propuso colocar un impuesto a las grandes fortunas e implementar una verdadera reforma tributaria. Las dos candidaturas que han pasado a la segunda vuelta o han guardado silencio o se han manifestado en contra de las propuestas mencionadas. La señora Fujimori ha dicho generalidades en torno al tema tributario y, por ejemplo, Pedro Castillo de Perú Libre, se ha opuesto a un impuesto a las grandes fortunas: “No ha pasado por nuestra cabeza (). A las personas que han hecho fortuna vamos a respetarlas y darles seguridad jurídica, porque estas personas no solamente se han hecho ricas para ellos, están generando empleo y bienvenido eso”, declaró a la cadena internacional CNN.

Habrá que ver qué espacio ocupa este tema en la segunda vuelta electoral. El Perú tiene una presión tributaria que figura entre las más bajas de América Latina y  la evasión y la elusión tributaria erosionan los ingresos fiscales. Se necesitará mucha voluntad política para empujar las iniciativas que apuntan a consolidar el mencionado multilateralismo tributario y en el plano interno debemos hacer la tarea que nos compete: mejorar los ingresos fiscales, con medidas que permitan luchar contra la evasión y la elusión tributaria, implementar una política tributaria progresiva, teniendo como porta estandarte el impuesto a las grandes fortunas y reduciendo los gastos tributarios.

[1]El Plan de Acción contra la Erosión de la Base Imponible y el Traslado de Beneficios, conocido por sus siglas en inglés BEPS (Base Erosion and ProfitShifting). Propuesta de la OCDE que pone de relieve la importancia de integración de las políticas fiscales internacionales.
[2] Base Imponible común y consolidada del impuesto a las sociedades de la UE. El objetivo de la directiva BICCIS es fijar un conjunto único de normas para el cálculo de la base imponible de las empresas al interior de la UE.

22 de abril de 2021

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