El patrimonio inmaterial y su relación con el territorio
Por Walter Silvera Prado (colaboración)
En mi experiencia laboral he retratado múltiples expresiones culturales para dar cuenta de un mundo que está desapareciendo de manera casi imperceptible para la mayoría de peruanos y peruanas. Estas expresiones son parte de lo que se llama cultura viva o patrimonio inmaterial. Dicha pérdida debería ser considerada como un problema nacional, sin embargo, no es percibido como tal debido a la poca valoración que se le da a esas expresiones culturales.
Una pregunta que cabe hacerse frente a esta situación es qué está ocurriendo, por qué perdemos nuestro patrimonio inmaterial. Evidentemente, existe un conjunto de factores que lo explican. Entre ellos tenemos la globalización, con su manera agresiva de uniformizar el mundo, de homogeneizar modos de vida y creencias. Asimismo, la expansión del consumismo, que generalmente crea necesidades que replantean las formas de vida. Otro factor es la educación, cuando ésta no respeta la interculturalidad y, por lo tanto, afecta directamente los valores y las formas en que se practica y transmiten los conocimientos.
Pero también, las expresiones culturales cambian o desaparecen cuando se afecta o se pierde el territorio. Muchas comunidades campesinas o nativas han sido o vienen siendo desplazadas o arrinconadas en sus tierras y territorios tradicionales, y con ello, se afecta directamente el sustrato sobre el cual se sostiene y se recrea su cultura. El presente artículo se propone profundizar en la relación entre patrimonio cultural inmaterial y territorio, para luego plantear algunos desafíos.
1. Patrimonio Cultural Inmaterial
El patrimonio cultural inmaterial se encuentra constituido por el conjunto de bienes que nuestros antepasados nos han legado y que guían nuestras prácticas individuales y colectivas. Son bienes que nos ayudan a construir una identidad como grupo, que nos permiten saber quiénes somos y de dónde venimos. Se trata de los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, asociados a los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son propios. Son parte de este patrimonio la lengua, la religión, las costumbres, los valores, la historia, las formas de relacionarse y entender la naturaleza, la danza o la música. Asimismo, el patrimonio inmaterial también comprende, la medicina tradicional, el arte popular, las leyendas, el arte culinario, las ceremonias y costumbres, etc. Todos estos elementos tienen una importancia relevante para la permanencia de los pueblos o las naciones a través del tiempo. El patrimonio cultural inmaterial, o lo que se entiende como cultura viva, se transmite de generación en generación, a menudo de boca a boca o a través de demostraciones prácticas.
La Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación (Ley 28296), del año 2004, define el patrimonio cultural inmaterial “como las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones, expresadas por individuos de manera unitaria o grupal, y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad, como expresión de la identidad cultural y social, además de los valores transmitidos oralmente, tales como los idiomas, lenguas y dialectos autóctonos, el saber y conocimiento tradicional, ya sean artísticos, gastronómicos, medicinales, tecnológicos, folclóricos o religiosos, los conocimientos colectivos de los pueblos y otras expresiones o manifestaciones culturales que en conjunto conforman nuestra diversidad cultural”.
En conclusión, el patrimonio cultural inmaterial es la herencia vigente, que recibimos de generaciones anteriores, que se aprende, aprehende y se recrea, y genera vínculos en el quehacer diario, en lo festivo y en lo ritual, en la relación con la naturaleza. Es un legado que amolda formas de vida, determina la identidad colectiva. Su importancia en la formación de la identidad plantea la necesidad de protegerlo a fin de que sea trasmitido en las mejores condiciones a las generaciones venideras.
2.Territorio, cultura y Patrimonio inmaterial
El ser humano ha construido la cultura en relación con otros seres humanos, pero también en relación con su entorno y con todo lo que habita en él (plantas, cerros, accidentes geográficos, ríos y hasta calles y parques); es decir, la cultura emerge de esa relación. El área física que denominamos territorio es el lugar donde se desarrolla la cultura, donde se sostiene la creatividad humana y su tarea permanente de simbolización. Refiriéndose al territorio amazónico, Alberto Chirif y Pedro García decían que en él se encarna la economía, cultura y filosofía indígena. El mundo campesino andino también incluye a la tierra, ríos, lagunas y cerros en esa relación. En estos entornos la naturaleza es un ser más con el cual es necesario tener relaciones de armonía, para no trastocar una convivencia en equilibrio. Estar y sentir un lugar es más que una experiencia visual, involucra todos los sentidos y es una forma de relacionarse. La experiencia humana hace que un lugar sea más que un punto geográfico, sea el espacio donde se encuentra el sustento, se desarrollan los afectos y se construye una historia (familiar y grupal). El territorio es el lugar de aprendizaje desde donde observamos el mundo, el lugar donde habitan nuestras creencias y se reproduce y se le da continuidad a la vida.
Muchos bienes -por no decir todos- declarados como patrimonio inmaterial del Perú (en algunos casos lo son de la humanidad), están estrechamente ligados a su entorno, a la tierra, a la experiencia del territorio.
Así tenemos que para La Huaconada de Mito, el baile que se desarrolla en anhelo de justicia y de control social, y que se realiza los primeros días de cada año, el territorio es muy importante. Para este baile, los hombres-aves (huacones) salen de la quebrada de Ayán, a impartir justicia y ordenar el mundo.
Los tejidos de Pitumarca, otro ejemplo de patrimonio inmaterial, se elaboran con fibras que se obtienen de alpacas criadas en ese territorio; de él también se obtienen las plantas con las que se teñirán las fibras. Además, sus cerros, quebradas y ríos inspiran la iconografía plasmada en los tejidos, y son el hábitat de personajes de su cosmovisión.
Es inimaginable pensar en la celebración del Qoyllur Riti sin el escenario de la quebrada del Siqkara, al pie del nevado Qolque Punko, pues allí mismo es el lugar donde habita el señor de Qoyllur Riti. La Danza de las Tijeras está íntimamente ligada a la fiesta del agua y a la limpia de acequias, la misma que también está conectada a cochas específicas o a wamanis, espíritus de cerros, lagunas y quebradas, que no sólo tienen nombres, si no que suelen interactuar con los seres humanos.
El Sistema Tradicional de Jueces de Agua de Corongo es una forma tradicional de gestionar la distribución del agua en un territorio específico. Los Íkaros del pueblo shipibo konibo xetebo, kené (expresión de la cosmovisión, el conocimiento y la estética de la sociedad shipibo-koniba) y los conocimientos y usos tradicionales del Ayahuasca están íntimamente ligados a una geografía, a un territorio además de un ecosistema.
Como hemos señalado, el patrimonio cultural inmaterial da a las comunidades que lo practican el sentido de identidad y continuidad; identidad que liga a las personas con su propia memoria histórica, y continuidad porque les otorga una línea ininterrumpida que proviene de tiempos lejanos, inmemoriales, y que se proyecta al futuro. Estas personas tienen el compromiso y la responsabilidad de mantener su memoria colectiva porque ella será parte importante de la herencia que como pueblo dejarán a sus hijos. Cabe precisar que normalmente el patrimonio cultural inmaterial es respetuoso del medio ambiente y generalmente lo reconoce como un sujeto con el que interactúa.
Conclusiones
Privar o limitar a las comunidades en el dominio de su territorio, lugar en donde desarrollan sus vidas y satisfacen sus necesidades materiales, espirituales, desde donde ven al mundo y se interrelaciona con él, podría ser un atentado contra el patrimonio cultural inmaterial ya que fuera de su contexto pierde sentido, es decir, su razón de ser como práctica y a la larga, puede desaparecer.
Es importante la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial, sin olvidar que está íntimamente ligado a los territorios. Para eso es importante identificar, documentar, investigar, preservar, promocionar y difundir las expresiones culturales presentes en esos territorios con el fin de favorecer su transmisión y asegurar su continuidad.
La diversidad cultural y el importante patrimonio cultural inmaterial que posee el Perú requieren de la formación de una ciudadanía abierta a esas manifestaciones, que la valora como parte del legado recibido de sus antepasados. Esa herencia debe ser rescatada y conservada como lo que es, una riqueza que nos permite afrontar mejor el presente y el futuro. Esa tarea también pasa por garantizar las condiciones que permiten su existencia.
10 de octubre de 2019
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