Mis verdades sobre La Oroya
El pasado 19 de julio, Diego Calmet escribió un artículo titulado Verdades sobre La Oroya. En la medida que es un tema en debate, me animo a opinar y a discrepar cordialmente con el autor, con la intención de aportar y por supuesto sin sentirme dueño de la verdad. Vamos por partes.
- Llama la atención que cuando el señor Calmet identifica a los principales responsables de lo que pasa en La Oroya no mencione a Doe Run. Señala como responsables al Ministerio del Ambiente (Minam) y su normativa, a la estatal Centromin, etc., pero olvida mencionar a Doe Run. Debe quedar claro que la principal responsable de lo que pasa actualmente en La Oroya es Doe Run: no hay que olvidar que cuando la empresa norteamericana adquirió el complejo de La Oroya asumió la obligación de implementar un Programa de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA) que incumplió de manera reiterada.
- Pese al incumplimiento, Doe Run recibió el beneficio de dos prórrogas. El PAMA tenía un plazo de 10 años y Doe Run tuvo hasta 15 años para adecuarse a las exigencias ambientales, sin embargo no cumplió. Dicho sea de paso fue la única empresa que recibió el beneficio de prórrogas excepcionales y la única que no culminó su PAMA.
- La información oficial disponible muestra que cuando Doe Run operaba en La Oroya, generaba concentraciones de emisiones que superaban largamente los estándares de calidad del aire más tolerantes en el mundo. En esos años, La Oroya fue considerada en los rankings como una de las diez ciudades más contaminadas del planeta y todos los estudios realizados muestran que el 90% de su población tenía niveles de plomo en sangre que superaban largamente los estándares recomendados por la OMS.
- ¿Es cierto -como dice el artículo mencionado- que la principal razón por la que no se ha podido subastar el complejo de La Oroya es la exigente normativa del Minam que supera a Canadá, Chile, etc.? La respuesta es no; por la sencilla razón que los niveles de emisiones de dióxido de azufre que se exigen en La Oroya son los vigentes el año 2001, cuando el Minam ni siquiera existía: 80 ug/m3 promedio anual y 365 ug/m3 promedio diario.
- ¿Esta normativa es más exigente que en Chile o Canadá? Nuevamente la respuesta es no. En Canadá el promedio diario es 300 ug/m3 y en Chile 250 ug/m3. Además, en La Oroya les han dado hasta el 2029 para adecuarse. Lo real es que si el complejo reinicia operaciones sin haber realizado la inversión ambiental pendiente, la población de esa localidad recibirá nuevamente un coctel tóxico de metales pesados: plomo, cadmio, arsénico.
- Considero totalmente legítima la preocupación de los más de dos mil trabajadores del complejo metalúrgico por la situación que atraviesan. Una salida para la problemática del complejo debe tomar en cuenta el tema laboral, sin embargo la agenda de La Oroya es mucho más amplia y tiene varias aristas: la productiva, la laboral, la ambiental y la de salud pública.
- La Oroya es uno de los más graves pasivos ambientales ligados a una actividad productiva y resume todo lo que un país no debe hacer en materia de gestión ambiental, promoción de las inversiones y protección de la salud. No podemos seguir retrocediendo: en pleno siglo XXI es un falso dilema que un país tenga que optar entre las necesarias inversiones y las regulaciones ambientales. Si el país pretende avanzar y, por ejemplo, ingresar a la OCDE, necesitamos fortalecer la institucionalidad ambiental y no debilitarla.
Ver publicación en el Diario Gestión aquí
27 de julio de 2016
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